lunes, 29 de febrero de 2016


“Cicatrices germinan vida sobre el papel”

(Satisfecho símbolo silencioso)

La soledad nunca 
Volverá a asustarme,
Pues en sus S tantas S,
Que para que mencionar,
Si ya no me dañan;

Cuando la luna cubra las pieles,
Invocare la esencia presumida,
Por aquellos que no mueren,
Y adquiriendo la talla propia,
De sus lisos espíritus,
Que insaciables abarcan, 
Lo perpetuo en continuidad,
Para evitar sobradamente,
Definición cualquiera de eterno;
He de ser verbo constante,
De intrigante providencia,
Energía que con nada batallá,
Bajo ninguna circunstancia,
Pues posibilidad no abriga,
De derrota, fallo o abandono;

Aura mundana,
Que devoras carne,
Para otorgarle materia,
De aislado e imperdonable;
Cansancio no existe
Para este recuerdo,
Que se elabora a si mismo,
Edificándose desconocido,
Sobre el asimilar inocente,
Que ignora elementos internos,
Para suprimir instinto alguno,
De omisión intencional,
O apreciación prejuiciada;

Fuerza posesiva,
Que engreída traes súbita,
Vigor y debilidad,
Motivación y ausencia;
El trascender no implica,
El seguir sin detenimiento,
Y en esto he visto cuerpos,
Siendo en acto, más allá,
Entregados a lo estático,
Inmóviles en la erosión del tiempo,
Que traslada dudas largas,
Entre generaciones dispares;
Que imprime formidable,
Diferencias entre reveses,
Siendo interminable cadena,
De primeros y segundos;

La soledad nunca 
Volverá a asustarme,
Pues he de tenerme absuelto,
En la confianza irrisoria,
De que lo duradero es pérfido;
En la balanza frágil,
De que lo falto de paradero,
Tambalea al acecho,
En el antes, el después,
Y el ninguna parte;
Pues he de ser libre,
Para no decorar 
Estados o estancias,
Para no avivar 
Provocaciones o desoíres;
Asumiendo resuelto,
El caer implica elevarse,
A imponencias superiores,
A corrientes más ambiciosas,
En ese poder que horma lejos,
De sentidos y sentimientos,
Exaltando lo sublime,
De lo casual frente 
A lo estipulado.

Fernando García M.

“Boda de troncos”

(Amor moderno sin apartado postal)

Tan irónico 
Como sifón domestico,
Que alérgico al agua,
Al contacto se atiborra y tapa;
Así fue el matrimonio pomposo,
Entre el Mr. té y la Mr. Girl;

Aquella que resulto,
Más masculina que él,
Al momento primario,
Del contacto de miel,
En el llamado abundante, 
De una intimidad bizarra;

Sus vidas pobres color cobre,
Gran inconveniente les trajo,
Al intentar buscar la entrada,
En el afán de encontrar la salida;
Y en tanto sus hijos no fueron,
Pues imaginar no es posible,
El dilema del par de trompas,
Que arrebatadas en celo,
Ninguna oculta residía,
En costado diestro o zurdo,
De pelvis femenina;

A su casa 
Por la de ellos entendida,
Arribo un día una carta,
Más ajena que propia,
Siendo propia por ajena,
En la que dolosa se explicaba,
En ardor de máxima pena,
El exceso de inertes detalles,
Que como estos consignados,
Cuentan la truculenta suerte,
De tal desesperación acrobática,
De dos polos similares,
Que se atraen por repelerse,
Cuando los bolsillos con hambre,
Por saciedad saltan obstáculos,
Transformando lo insufrible,
En terrible inconveniente;

Tan patético
Como mascota autosuficiente,
Que dispuesta recibe ordenes,
Por pánico a la soledad libre;
Todo es asunto enterrado,
Olvidado sin evidencia ni fuente,
Para destinatario, lectores, 
Y remitente.

Fernando García M.

domingo, 21 de febrero de 2016


“Anima de Mal”

(Natu-racial)

Animal no natural,
Que habitas sobre la tierra,
Con órganos de magma,
Y adornos de arena;
Esta salvación no te corresponde,
Pues alma desconoces,
Enorme y cansado,
Gaseoso y crepitante;
Estando seguro 
Del no saber como,
Novedades de odio e ira,
Indagas en incitación,
Por obtener algo jamás logrado,
Antes, detrás, en lo pretérito,
Estrellando alados lamentos,
Disipando contenidos personales,
Para considerar el estilo marginal,
Del ser repetido sin remuerdo,
Como aura sobredimensionada,
De gusto nunca habitual;

Lo lleno es entrañado rival,
Cuando el apetito se mantiene,
Postrero al agotar sobrado,
De la capacidad máxima;
El lenguaje siempre anhela más,
Del frágil silencio tímido,
Que adicta criatura es,
A lo parsimonioso y subliminal;

Desigual ambición macabra,
Robustece a la bestia parcial,
Que máquina, elabora e intenta,
Para sentirse más a Dios,
Para desfigurarse más a cadáver,
Cambiando a escarabajo definitivo;
Atómico reintegrante
De un juego visceral,
Atestiguado insospechadamente,
Por interpretables esbirros de corte astral,
Rebullentes en fosfenos,
Arcillosos al apagarse,
Lumínicos y opacos,
En lo entumecido e ínfimo,
Traspasando la edad de lo real;

Oh monstruo maestro,
En tu agenda terminal,
Cuántas fechas integran,
La germinal descomposición;
Abominación humana eres,
Animal no natural.

Fernando García M.

“Alabada esquizofrenia”

(Generaciones en mi cabeza)

La elegancia de las preferencias,
Son divas esbeltas en vitrinas,
Custodiadas por canes callejeros,
De óptica plurifacetica y periférica;
Si repudio la basura en la acera,
De sodio serán los cuidados,
Para este abotagado corazón;
No se necesitan armas,
No se requieren excusas,
El siglo no es de otros,
Al correr primaveras eternas;
Dominaremos el idioma
De lo que nadie se dice,
Al contar la inocencia
Que rima con incendio;
Carteles publicitarios,
Descuartizados son a diario,
Sobre los latones opacos,
De olvidadas construcciones,
Victimas indefensas,
De los males del progreso;
Y nadie lo impide,
Y nadie, realmente lo nota;

Reposa ilustre,
Oh generación de perdones;
Que la vida, vida es,
Hasta cuando nos acompañe.



Fernando García M.

“Acechándome en el cuarto de invitados”

(Anexos y correcciones de plancha)

Debo vivir por piedad
A la muerte, que aburrida,
Desea un final entretenido;
Y en tanto, los ojos de los ojos,
Espejos son de aburares,
Hogueras en lentejuelas verdes,
Con puñados apretados,
De tiempo azul, 
De pisadas esquivas;
De tiritantes anhelos,
Que sacuden engendrando,
Silabas, alientos e intocables;
Posesión ultima en los bolsillos,
De los trajes de aquellos difuntos,
Que al fallecer no fallecen,
Pues entregado han el corazón,
A linajes de piel, a limosnas de pareceres,
Que colocan intensiones en las cosas,
Que acontecen para atormentar,
Y brindar consuelo ante otras mayores;

Qué más magia 
Exiges, belleza tuya,
Qué no encuentras en apuros,
Este descifrar lo que eres,
Al poseerte tan inocente,
De tal imán irresistible,
De pecado y provocación;
Ausencia de peregrinación,
No hay más sofocante y cercana,
Que la de tu perteneciente locura;
Necesaria, necesitada,
Y por demás en derroche.

Fernando García M.

“A la validez de una herida”

(Bien determinado)

La inocencia 
En los ojos de los niños,
Lo irremediable 
En el cansancio de los ancianos;
No olvido lo que tener es tener,
Y aún no sé si quiero,
Tanto y tan poco para mí;

Un día dulce quizás,
Con mucho sol y sereno,
Ejecute un acto agrio,
Un indecible error,
Y aquella gitana
Ha de desconocer,
Lo correcto e incorrecto,
De una decisión ultima;

He de extrañarme
Cuándo me vaya,
He de apresarme
Cuándo me libere;
No lo sé, y tal vez sea eso,
Lo que celosamente me atraiga;
Nada es más importante,
Cuando importante no se es,
Que el absoluto de irremplazable,
Que el irresoluto de miserable;

El temor aqueja y vence fácil,
Hasta inspirar y volverse considerable;
Llanto inconsolable colma también,
Las miradas de los infantes,
Coraje e insuficiencia, así mismo,
Consume el desfallecer,
De cuerpos ajados en arrugas;

Nunca leíste estas manos,
Nunca escuchaste estos tropiezos;
Será acaso mujer acertijo,
La bruma que nos llama,
Haciéndonos saber sutilmente,
Pertenecemos a un día dulce,
Del cual no llegaremos a ver la luna.

Fernando García M.

“Frutos de cal y yeso”

(Tributan los difuntos a este Santo)

Este reglón va a decirlo,
Sin intentar mencionarlo;
Y así, de la entrevista con los muertos,
Me tienta un tesoro magro,
Como propiedad ciega,
Como necedad diestra;
Siluetas de plantas,
Con ramas cual marrones cabellos,
Lanzadas son por los autos,
A la velocidad que se pierden,
Sus faroles cobrizos y carmesíes,
Entre duros portones barnizados,
Y deshabitadas terrazas;

Hay imágenes en sus ojos,
Monumentos en sus desgracias,
Pobres y opacas debilitadamente,
Cual elegante novia fileña,
De moda en cinta rodada,
Luego de la crueldad de la guerra,
Que plenitud de espíritu,
No trajo a sus asiduos seguidores,
Y ruinas planto solemne,
En sus rostros sin ganas;
Faltos de aliento petitorio,
Parcos en alimento apetitoso; 

De la concertación con los fallecidos,
Solo olfatos caninos sedimentan,
Las avenidas de las opciones,
Ofrecidas en vacilaciones rápidas,
Encajadas por lo opuesto a la razón;
Por aquello que no estando bien,
Se multiplica y mofa desprendido,
Puliendo los bordes insalubres,
De eso que en vigía constante,
Lastima sin permitir reclamos;

Besos de la cruz sobre el templo,
Que succiona como tinta la noche,
En el neón de sus demandas,
De diversión, arrastres y educación;
Referente reflejo de la vida,
Sacudiendo los brazos,
Al batir las manos vacías,
Para abrigarles con ahínco,
En recepción de aspectos;
En aceptación de tropiezos,
Ondeando banderas emotivas,
De oleosos sueños impuros,
De extraños negativos translucidos,
Develados para desentender,
Lo que siendo han sido;
Astros que al marchar
Les ha dolido dejar atrás,
Madres, mujeres y amigos,
Navíos de lo imposible consagran,
Tumbando mundos enteros,
En la horizontalidad definitiva;
Para invitarse e invitarnos,
De tiempo en tiempo,
Al zarpar de sus reminiscencias,
Ciclando enemigos y carcajadas,
Donde flores marchitan,
Sobre la laca de las tapas;

Sombreros de conos coquetean,
Entre dilucidadas morisquetas,
División de gastados son sus enojos,
Pues de inútiles argumentos gozan,
Pagando calzados en jardines;
Urgiendo en mejoras solapadas,
Y estrictos lugares estipulados,
Para ocasiones y precisos,
Que profanan armados,
De lo intangible a la deriva;

Gárgaras son sus alaridos,
Sostenibles y soslayables,
En estrepitosas galerías
De lamentos enfilados,
En ese declive 
Que decide y deprime;
Posturas de vista y abstinencia,
Extralimitando facies,
Para ahondar en lo vigente;
Nombres son falsedades,
Caos en servicios lascivos,
Lesionantes cristales de polvo rojo,
Rincones palacios de sangre,
En labios que comparten llanto,
Deslizando por lo 
Negativamente admitido;
Mastican deforme música,
Lisiada por lo acontecido,
Ante sus eslabonadas melodías,
De sol y penumbra, de bruma y jauría;
Planeadas para ofrendarse en culto,
A los deberes de la luna
Que aguarda al último,
De aquellos innominados y nosotros,
Que redima a propia disposición,
El secreto de un millar infinito,
De oportunos e imprudencias;
Alma de fuego,
En tu luz y calor,
Salvación en fuga,
Originado ha, clases
De vicios agradables;
Pasiones solucionables en carne,
Comunicantes de perseverancia,
En el arte de los escondites,
Separando los extremos,
En irreconocibles lados;
Cofres de fin que han limpiado,
Para que sus duelos y victorias,
Trasladen estos trazos esbozantes,
Indiferenciando claramente,
Paraíso, juicio y averno;
Para que este reglón lo haya dicho,
Sin derrochar fe al mencionarlo.

Fernando García M.

miércoles, 10 de febrero de 2016


“Muere Joven”

(Cadáver conservado)

Para permanecer 
Perpetuo constantemente,
Primero se debe descubrir,
Si se es capaz de soportar lo eterno.

Fernando García M.

“El deber de esta burla”

(Mecánica post-colisión)

Rio de lo que pueda 
Escribir algún día;
Vehiculo accidentado es,
Disfuncionalmente,
En grúa incomun no fascinante,
De sobreexpuestos en verso.

Fernando García M.

“Poema No. 9532”

(Sin subtitulo)

Salvo en nombre del amor,
Material de carne y anhelo,
Logran reconciliarse estrechamente,
Sin adulterar sus respectivas formas;
Por supuesto,
Casos existen abundantes,
En que cegados los cuerpos,
Por el objeto de tal invocación,
Blanda en sensibilidad;
Desfigurados son los límites,
Del hambre y el deseo,
Entregándose el corazón,
A devociones sufridas,
Surgidas en la oscura adoración,
De ídolos pérfidos 
Corroídos por la ambición,
De poseer distintos 
Labios e intensidades,
De dependencias, 
Tributos y peticiones;
Alma solitaria,
Que al cielo imploras,
Por hermosos romances,
De lunas cálidas 
Y pétalos voraces;
Has de mermar la fe,
De tan conmovidas solicitudes;
Antes considera cautelosa,
La profundidad de las lesiones,
Que pueden causar las acciones,
De seres imperfectos.

Fernando Garcia M.

“Código de reserva”

(Al cerrar el libro)


Una sola hoja me resta,
Para contarte el anhelo,
De un algo que aún no pruebo,
De una bondad distante,
Que sin embargo me sienta bien;

No necesito de una reputación brillante,
No implica un cambio marcado,
Tan únicamente poseo un sueño,
Que fecha tiene de arribo,
En tantos insomnios como este;

Tan exclusivamente dispongo,
De un par de papeles hacia ti;
Uno que te acerca más,
Y otro que separa tal ser,
Para que definitivo sea en mí,
Hasta el día de nuestros días,
Donde no implementemos
Voces, rostros o vacíos;
Donde nombres 
Sean nuestros verbos,
Y al clamar mutuamente, 
Nos realicemos.


Fernando García M.

“ASA 100 Mgs”

(Fácil olvidar)

Mis niños,
Qué cuidarán para evitar,
Tres de cada uno:

¡Cardijinosos ataques!

     Vaso empotrado,
     Recomendación fundida,
     Salicílicos esquiñan,
     Pastelitos de años;
     Al igual que la mayoría,
     De las serpientes de carácter,
     Noble y pacífico;
     Mordiendo agresores,
La pasión defiende,
Hábitos arborícolas,
Para alimentarse de pequeños,
Colibríes de colección;
Pichones cebrados,
De porcelana, pimienta y afilados;

Son canciones de pijamas y párpados,
Son noticias prometidas,
De entre debajo de las sábanas;
Ahora infantes del mundo,
A dormir claudicados
Por esta enfermedad silente,
Décadas más allá,
De cuadrantes, perímetros o radios,
Cuando la vejez
Sea una de aquellas cosas,
Con las que también pueda,
Evitarse la verdad.

Fernando García M.