“Cicatrices germinan vida sobre el papel”
(Satisfecho símbolo silencioso)
La soledad nunca
Volverá a asustarme,
Pues en sus S tantas S,
Que para que mencionar,
Si ya no me dañan;
Cuando la luna cubra las pieles,
Invocare la esencia presumida,
Por aquellos que no mueren,
Y adquiriendo la talla propia,
De sus lisos espíritus,
Que insaciables abarcan,
Lo perpetuo en continuidad,
Para evitar sobradamente,
Definición cualquiera de eterno;
He de ser verbo constante,
De intrigante providencia,
Energía que con nada batallá,
Bajo ninguna circunstancia,
Pues posibilidad no abriga,
De derrota, fallo o abandono;
Aura mundana,
Que devoras carne,
Para otorgarle materia,
De aislado e imperdonable;
Cansancio no existe
Para este recuerdo,
Que se elabora a si mismo,
Edificándose desconocido,
Sobre el asimilar inocente,
Que ignora elementos internos,
Para suprimir instinto alguno,
De omisión intencional,
O apreciación prejuiciada;
Fuerza posesiva,
Que engreída traes súbita,
Vigor y debilidad,
Motivación y ausencia;
El trascender no implica,
El seguir sin detenimiento,
Y en esto he visto cuerpos,
Siendo en acto, más allá,
Entregados a lo estático,
Inmóviles en la erosión del tiempo,
Que traslada dudas largas,
Entre generaciones dispares;
Que imprime formidable,
Diferencias entre reveses,
Siendo interminable cadena,
De primeros y segundos;
La soledad nunca
Volverá a asustarme,
Pues he de tenerme absuelto,
En la confianza irrisoria,
De que lo duradero es pérfido;
En la balanza frágil,
De que lo falto de paradero,
Tambalea al acecho,
En el antes, el después,
Y el ninguna parte;
Pues he de ser libre,
Para no decorar
Estados o estancias,
Para no avivar
Provocaciones o desoíres;
Asumiendo resuelto,
El caer implica elevarse,
A imponencias superiores,
A corrientes más ambiciosas,
En ese poder que horma lejos,
De sentidos y sentimientos,
Exaltando lo sublime,
De lo casual frente
A lo estipulado.
Fernando García M.