“Aristeia de una
noticia”
(Notificación
institucional)
Oh
zalamería cibernética,
Que
con mensajes engañas,
Aclarando
lo indefinido;
Reptando
cual alimaña,
Se
acerca tu llanto,
Anunciando
crepúsculos hambrientos,
Reclamando
futura paciencia,
Ante
suplicios e inequidades;
Oh
delirio terrorista,
Son
épocas de cambio,
Las
que agitan las percepciones,
Hasta
el silencio sublime;
Hasta
el admitir corroído,
De
aquella solvencia precaria,
Que
incauta ruda se asoma,
Esbozando
horas de anonimato,
Emprendiendo
infructuosas cruzadas,
Por
aquel bien soberano,
Derecho
último y primero,
Del
procurar subsidiado;
Oh
justicia que exiges,
Reprensión
y equitativo,
Análisis
siempre se debe,
El
artículo de adusta calaña,
Que
enviado desde lo desconocido,
Desglosa
en turbidez macabra,
La
real fantasía ajena,
Que
a los súbditos aqueja,
Y
a los esclavos conforma;
Buena
nueva petitoria,
Que
salda con impavidez augusta,
Insomnios
y madrugadas,
Dedicaciones
y entregas;
Sugiriendo
sin más problema,
El
retardo ineludible del pago,
Que
mediante una nota casual,
Mezquino
en bandeja de entrada,
Resume
cual décima mensual;
Aquello
que anterior se hubo recibido,
Enlongar
se debe ahora,
Sin mayor rezago;
Oh
ilusorio espejo,
Promovido
a enardecer la inteligencia,
Queden
los ojos perplejos,
Muda
la voz que requerir pueda;
La
salud, madre de tantos honores,
Señora
encomiable de mil pretendientes,
De
todos sus vástagos debe,
Tan
solo respeto solemne,
A
los engendros que con la política,
En
incestuosa pasión ha concebido,
Para
yugo y tormento del mundo;
Padre
aquel de excelente puja,
Que
sin agüero impugna,
A
millares de inocentes incultos,
Centenas
de pactos salvajes,
Penitencias
de índole haitiana,
Pócimas
dosificables
De satírica
santería;
Embargo
fulminante
De
inseguridad insufrible,
Qué
queda a aquellas manos,
Qué,
a aquellos laboriosos puños,
Que
se esmeran abnegados,
En
ofrecer consuelo y abrigo,
A
cuantos padezcan desahuciados;
Acaso
horror de facturas,
Que
adhiriéndose a la piel,
Causan
ulceras flamantes,
En
calzados y bolsillos;
Acaso
frágiles suspiros,
Del
intangible que devenga,
Buscando
saciar toda falencia,
A
más que con sacrificio y lucha,
De
lunas y ocasos extras,
Con
apócrifos eufemismos,
Que
refocilantes provienen,
Para
martirio de trémula nomina,
En
tan decadente infraestructura;
Oh
indescriptible aflicción,
Que
turbas la paz del corazón,
Acusando
lo inmaculado del alma,
Con
preocupaciones y compromisos;
Calcínense
ya las retinas,
Malógrese
todo mirar posible,
Todo
entender considerable;
Trisómicas
se arrastran a un tiempo,
Las
hijas malquistas
De
la antes mencionada,
Inútiles
cual corrientes turbias,
Sacúdense
para interrumpirse,
Desfigurados
son sus rostros,
Impasibles
sus nombres alevosos;
Llamase
una Cobertura,
Cubriéndose
solo a sí misma,
En
el más encubierto deleite;
Denominase
otra más ligera,
Con
flema y pompa, Oportunidad,
Siendo
solo oportuna,
Para
aquel que de fondos dispone,
Calamidad
y percance;
Gemelas
son ellas dos,
Que
en marcha incompleta,
Alcanzan
desdeñable tercio,
Pues
como guía les acompaña,
Nimio
un varón desigual,
Colmado
en dilaciones opuestas,
Acceso,
que pobres invocan,
Aquellos
que sedientos reciben,
Cenizas
en labios lacerados,
Lágrimas
en pálidas sienes;
Oh
territorio que a nadie perteneces,
Mancillada
la tierra sucumbe,
Ante
la danza funesta,
De
aquella terna indolente;
Parteras
son Ellas de mala saya,
Y Él, camillero pederasta,
Que
con deferente trato,
Entre
calabozos y murallas,
Trae
embriones de calendarios;
Décadas,
décadas y décadas,
De
cadáveres y usuarios,
Que
han partido irresolutos,
Sin
más que pospuestas agendas,
Casi
próximos a lo específico;
Oh
contienda que a nadie incumbes,
Subterráneas
son las cumbres,
De
aquellos que te celebran,
Incorrectas
las maneras,
En
que afrentes te distribuyen;
Increíble
abandono implica,
El
abuso que te promulgan
Cuantos
gusten impunes,
Pues
por ti nadie coloca,
La nazarena mejilla contraria;
Permitiendo
sean tus representantes,
Palmas
de industriosa procura,
Duendes
que asumen temblores,
De
hipotecas, letras y decomisos;
Semillas
de errónea cepa,
Microbios
de cualquier calma,
Que
en clamores de medio día,
Expone
la cruenta ausencia,
De
liquidez y efectivo,
Cuando
seca la oscura morada,
Noticia
da del arribo,
De
tijeras carmesíes;
Cuando
triste al retorno la cría,
Afirma
no ha participado,
En
la instrucción
Precisamente
por la falta,
Del
deber remunerado;
Oh
agravio comedido,
Insinuación
de espeso potaje,
Fármaco
caduco a una vida buena;
Sin
esperanza distinguida,
Hipotensión
crediticia eres,
Que
amenazas colapsarte;
Quimera
de sueldos tardíos,
Evento
de cese inminente,
Que
ante el menor inconveniente,
Siempre
brinda la mano;
Necesidad
de sal y coterráneos,
Primas
que juradas se prestan,
Antes
de haber atracado;
Vano
esfuerzo de sabor insípido,
Que
suele liar invierno,
Al rumiar mustio verano,
Gigantes
de sombras curvilíneas,
Semblantes
dispuestos al acecho,
De
recaudadores vespertinos,
Que
se suelen amantes furiosos,
De blanquecinos canaritos nasales;
Sofoco
de intento espectral,
Por
huir sin que lo noten,
Aguardando
a que entrada la noche,
Se
hayan ido cansados
De esperar
por algo tácito,
Pacientes
y cobradores.
Fernando
García M.