lunes, 3 de abril de 2017

“Depredador crepuscular”

(Las reglas anteriores son inútiles)

Odio las razas, los credos,
Los partidos políticos,
Sociedades son que limitan,
El instinto individual;
Aborrezco los gremios unidos,
Que con solidaridad lastimosa,
Buscan suplir imposibilidades,
Al ensanchar autoestimas;

Odio a los que me miran,
Desde lejos con ojos de extrañez,
Como si el mundo desgarbado,
No hubiese visto nunca,
A un animal mal herido,
Padecer en dos extremidades;
Como si renunciar no se pudiese,
A la exoneración de la culpa,
Cuando se es sorprendido,
Cometiendo un homicidio;

Sé que hay muchos como yo,
Pero igual les repudio,
Ajeno me es el ser permisivo,
Cuando se trata de indulgencias;
Luego, no anhelo caminar en tríos,
No deseo conversaciones frívolas,
En las que reír deba gustoso,
Sofocado por la impura decencia;

No ansió tocar a la puerta,
Y conquistar con flores vistosas,
Ni calmar la furia inflamada,
De mi voz y ahumada garganta,
Con cremosos sabores fríos;
Ambiciono evadir cualquier estado,
Desafiando convites y almanaques,
Evitando el ser un porcentaje más,
De esa nada que se escurre,
Renuente por las calles;

Solitaria ha sido siempre,
Mi arrogante juventud,
Tampoco añoro entonces,
Amordazado por la vejez,
Atestiguar como se pierde,
El brío de esta carne ingrata,
Rodeado de falsas siluetas,
Que tibias rehúyan pasivas,
De la naturaleza envilecida,
Que innata habita lo humano.

Fernando García M.


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