viernes, 29 de julio de 2022


 

"Dimes y diretes"

Nadie ha muerto nunca de prudencia. El silencio cuando se sabe no se tiene nada provechoso que decir, es señal de respeto y lealtad. La ausencia del deseo de interrumpir el discurso ajeno evidencia, más que la humildad del propio, el alto estima que se tiene de la interacción surgida en los demás. Nadie ha muerto nunca de prudencia. El habla es la divisa del alma, devaluarla es cederla sin precaución ni criterio, desmitificando la esencia que le impulsa, la voluntad oculta que en cada silaba acentuada expresa la sensibilidad de lo interior y/o interiorizado. Tanto como no se puede complacer a todo aquel que conocemos, tanto así, es valorada la tendencia a abstenerse/abstraerse en si mismo, al punto que suele confundirse indignamente con falta de cortesía. La búsqueda de aceptación, elemental y vacía, supone desgastarse en intentar la sinceridad suficiente para asumir como se es. Nadie ha muerto nunca de prudencia.

Fernando García M.