“Artrópodos
moleculares”
(Guarros
de inmunda tiniebla)
Han
vuelto sedientos,
Resucitados
miserablemente,
De
una profecía incompleta;
Como
ensayos estéticos,
Exponen
sus duros colmillos,
Amplias
ansias saciadas de dudas,
Límpidos
horarios de luna,
Que
florecen de hoy para siempre,
En
locura y necesidad;
Sucumbe
el dios doce veces,
Aterrado
en cada estancia,
Formando
el reflejo adelantado,
De
un suspiro próximo al llanto,
De
un salmo menos complaciente,
Con
luz suficiente, por defecto,
Para
torturar la vergüenza,
A
merced del recuerdo solido;
Inflexiones
dividen el rostro,
En
posesión y silencio,
Fantasía
de una mirada verdadera,
De
una autentica expresión dolida,
Ensañada
en lujuriosa furia,
Con
el destino duplicado,
En
sensatez despreciable;
Esperanza
y vacío,
Promesa
y desconcierto;
A
cada golpe de cristal,
Los
ojos toman lágrimas traslucidas,
Santiguando
transformaciones nuevas,
Quimeras
diseccionadas al meridiano rotundo,
Donde
sombras esculpen paredes enteras,
Dando
garras y mandíbulas a aquellas cuerdas,
Que
tensan susurros espeluznantes,
Angustia
de una abstinencia caída,
Ritual
de reiniciación;
Estos
vampiros, hambrientos,
Fatalidad
de ególatra resistencia,
Sedación
guiada en descenso,
A
aquel madero en el corazón,
A
aquella profanación ultima,
Que
desvirtué ataúd por lecho.
Fernando
García M.
Áutor/Interprete: Fernando Garcia M.