lunes, 16 de mayo de 2016

“Aristeia de una noticia”

(Notificación institucional)

Oh zalamería cibernética,
Que con mensajes engañas,
Aclarando lo indefinido;
Reptando cual alimaña,
Se acerca tu llanto,
Anunciando crepúsculos hambrientos,
Reclamando futura paciencia,
Ante suplicios e inequidades;


Oh delirio terrorista,
Son épocas de cambio,
Las que agitan las percepciones,
Hasta el silencio sublime;
Hasta el admitir corroído,
De aquella solvencia precaria,
Que incauta ruda se asoma,
Esbozando horas de anonimato,
Emprendiendo infructuosas cruzadas,
Por aquel bien soberano,
Derecho último y primero,
Del procurar subsidiado;

Oh justicia que exiges,
Reprensión y equitativo,
Análisis siempre se debe,
El artículo de adusta calaña,
Que enviado desde lo desconocido,
Desglosa en turbidez macabra,
La real fantasía ajena,
Que a los súbditos aqueja,
Y a los esclavos conforma;

Buena nueva petitoria,
Que salda con impavidez augusta,
Insomnios y madrugadas,
Dedicaciones y entregas;
Sugiriendo sin más problema,
El retardo ineludible del pago,
Que mediante una nota casual,
Mezquino en bandeja de entrada,
Resume cual décima mensual;
Aquello que anterior se hubo recibido,
Enlongar se debe ahora, 
Sin mayor rezago;

Oh ilusorio espejo,
Promovido a enardecer la inteligencia,
Queden los ojos perplejos,
Muda la voz que requerir pueda;
La salud, madre de tantos honores,
Señora encomiable de mil pretendientes,
De todos sus vástagos debe,
Tan solo respeto solemne,
A los engendros que con la política,
En incestuosa pasión ha concebido,
Para yugo y tormento del mundo;
Padre aquel de excelente puja,
Que sin agüero impugna,
A millares de inocentes incultos,
Centenas de pactos salvajes,
Penitencias de índole haitiana,
Pócimas dosificables
De satírica santería;

Embargo fulminante
De inseguridad insufrible,
Qué queda a aquellas manos,
Qué, a aquellos laboriosos puños,
Que se esmeran abnegados,
En ofrecer consuelo y abrigo,
A cuantos padezcan desahuciados;
Acaso horror de facturas,
Que adhiriéndose a la piel,
Causan ulceras flamantes,
En calzados y bolsillos;

Acaso frágiles suspiros,
Del intangible que devenga,
Buscando saciar toda falencia,
A más que con sacrificio y lucha,
De lunas y ocasos extras,
Con apócrifos eufemismos,
Que refocilantes provienen,
Para martirio de trémula nomina,
En tan decadente infraestructura;

Oh indescriptible aflicción,
Que turbas la paz del corazón,
Acusando lo inmaculado del alma,
Con preocupaciones y compromisos;
Calcínense ya las retinas,
Malógrese todo mirar posible,
Todo entender considerable;
Trisómicas se arrastran a un tiempo,
Las hijas malquistas
De la antes mencionada,
Inútiles cual corrientes turbias,
Sacúdense para interrumpirse,
Desfigurados son sus rostros,
Impasibles sus nombres alevosos;

Llamase una Cobertura,
Cubriéndose solo a sí misma,
En el más encubierto deleite;
Denominase otra más ligera,
Con flema y pompa, Oportunidad,
Siendo solo oportuna,
Para aquel que de fondos dispone,
Al momento de afrontar,
Calamidad y percance;

Gemelas son ellas dos,
Que en marcha incompleta,
Alcanzan desdeñable tercio,
Pues como guía les acompaña,
Nimio un varón desigual,
Colmado en dilaciones opuestas,
De estampa despreciable;
Acceso, que pobres invocan,
Aquellos que sedientos reciben,
Cenizas en labios lacerados,
Lágrimas en pálidas sienes;

Oh territorio que a nadie perteneces,
Mancillada la tierra sucumbe,
Ante la danza funesta,
De aquella terna indolente;
Parteras son Ellas de mala saya,
Y Él, camillero pederasta,
Que con deferente trato,
Entre calabozos y murallas,
Trae embriones de calendarios;
Décadas, décadas y décadas,
De cadáveres y usuarios,
Que han partido irresolutos,
Sin más que pospuestas agendas,
Casi próximos a lo específico;

Oh contienda que a nadie incumbes,
Subterráneas son las cumbres,
De aquellos que te celebran,
Incorrectas las maneras,
En que afrentes te distribuyen;
Increíble abandono implica,
El abuso que te promulgan
Cuantos gusten impunes,
Pues por ti nadie coloca,
La nazarena mejilla contraria;
Permitiendo sean tus representantes,
Palmas de industriosa procura,
Duendes que asumen temblores,
De hipotecas, letras y decomisos;

Semillas de errónea cepa,
Microbios de cualquier calma,
Que en clamores de medio día,
Expone la cruenta ausencia,
De liquidez y efectivo,
Cuando seca la oscura morada,
Noticia da del arribo,
De tijeras carmesíes;
Cuando triste al retorno la cría,
Afirma no ha participado,
En la instrucción 
Que diurna acostumbra,
Precisamente por la falta,
Del deber remunerado;

Oh agravio comedido,
Insinuación de espeso potaje,
Fármaco caduco a una vida buena;
Sin esperanza distinguida,
Hipotensión crediticia eres,
Que amenazas colapsarte;
Quimera de sueldos tardíos,
Evento de cese inminente,
Que ante el menor inconveniente,
Siempre brinda la mano;
Necesidad de sal y coterráneos,
Primas que juradas se prestan,
Antes de haber atracado;

Vano esfuerzo de sabor insípido,
Que suele liar invierno,
Al rumiar mustio verano,
Gigantes de sombras curvilíneas,
Semblantes dispuestos al acecho,
De recaudadores vespertinos,
Que se suelen amantes furiosos,
De blanquecinos canaritos nasales;
Sofoco de intento espectral,
Por huir sin que lo noten,
Aguardando a que entrada la noche,
Se hayan ido cansados 
De esperar por algo tácito,
Pacientes y cobradores.

Fernando García M.

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