“Humano consulta
lo humano”
(Demoníaca estática irrumpe)
Con
aquella forma,
Que
espectral se sacude,
Relata
cosas que sucedieron,
Cuando
fue antes al ser esto;
A
qué el rencor irritado;
Las
imposiciones son laringes
Con
filos exorbitantes,
Con
riscos despiadados;
Desaceleraciones
entre lo sólido,
Entre
lo implosivo y desencadenante,
Hasta
el orgánico relieve,
De
esta certeza inerte,
Que
resulta de lo acontecido;
La
interacción
Con
aquella criatura,
Que
especial se prefiere,
Legaja
tensos suspiros,
Prestos
al indexar estéril,
Del
tiempo que cunde el recuerdo;
A
qué se debe el éxtasis,
A
qué el desaliento desbocado;
Las
esperanzas, cristalinos envases,
Resguardan
mensajes resentidos,
Anudan
cuerpos deshabitados;
Deleite
desapercibido,
Del
instante que transcurre,
Para
encarnar melodías profanas,
Que
al escucharse evocan prudencia,
Entre
alevosos sobresaltos;
Proclamación
de acto triunfante,
Petulante
manifestación
Del
péndulo ignominioso,
Que
desordena su métrica,
Son
los detalles desaparecidos,
Son
el despojos omitidos,
Con
aires mísero-sordos,
Con
bestiales andaduras,
De
suaves almohadones pesados;
Todo
pugna por error y arrobo,
Destilando
supuestas gracias,
De
un espíritu taciturno,
De
un incierto esclavo,
Que
acude a llamados sumisos,
Al
indagar por pretéritas ocasiones,
Por
enervantes premuras,
Que
se destajan ocultas,
A
los ojos que invierten imágenes,
En
parajes de refulgencia y ceguera;
Desde
aquel signo la anticipación,
Respalda
un extremo presidio,
Barrotes
que cruzan barrotes,
Marginando
palmas sempiternas,
De
voces que recalcitran la inacción,
En
la imposibilidad del retorno,
En
la impostura de cuerdos matices,
Que
les alejan del ser límpidos ecos,
Epifanías
de angelicales orígenes,
Pues
en pecaminoso desenlace,
Urnas
fúnebres colmaron
Con
impávidos rostros;
Todo
condena y disgusta,
Todo
atiende réprobo modo,
Disecando
turbulentos impulsos,
De
un transcurrir a punto herido,
Solidarizase
en absorto embudo,
La
excitación que condesa descarriado,
Alterando
en relojes de dunas,
Imprecisos
de autentica propiedad,
Inenarrables
que para sí augura,
En
tablas con inscripciones labradas,
En
naipes con figurillas vistosas,
Que
de cualquier alma sacan destino,
De
corazones crédulos e impertinentes,
De
carnes hambrientas en descollos,
Que
obligatoriamente deben prescindir,
De
razonable juicio y comparación metódica.
Fernando
García M.