sábado, 9 de enero de 2016


“El resarcir de Hefesto”

Prolijo fue el pecado,
Que insolente,
En vilo de desnudo,
Desgarbado le trajo
Al mundo;

Cual descendencia furtiva,
Cual arrojo fecundo,
De un desastre mayor,
De un destello de ira,
Que brilla para encumbrarse;

Lívido fue el suplicio,
Que incesante,
Al filo de lo divino,
Desechado le condujo
A lo profundo;

Cual dolencia aguijoneada,
Cual larva del Tártaro,
En capullo de rencor,
En crepitación condenada,
Que surge en magma salvaje;

Resoplidos son sus alientos,
Desgarrando velas y proas,
Vahos desquiciados,
Que cruzan subterráneos mares,
Anunciando relámpagos
Y naufragios,
Temblor y calamidad,
Que solo astillas
Devuelve a la costa;


Regurgitados huracanes,
Despiden fauces reptilicias,
De sus muslos lava incandescente,
De sus cabezas ígneos guiños,
Que azotando la áspera tierra,
Se endiosan hasta el firmamento,
Templando en calota de estrellas,
Volcánicas protuberancias inestables,
Que en horror sacuden a los hombres.


Fernando García M.

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