“El resarcir de
Hefesto”
Prolijo
fue el pecado,
Que
insolente,
En
vilo de desnudo,
Desgarbado
le trajo
Al
mundo;
Cual
descendencia furtiva,
Cual
arrojo fecundo,
De
un desastre mayor,
De
un destello de ira,
Que
brilla para encumbrarse;
Lívido
fue el suplicio,
Que
incesante,
Al
filo de lo divino,
Desechado
le condujo
A
lo profundo;
Cual
dolencia aguijoneada,
Cual
larva del Tártaro,
En
capullo de rencor,
En
crepitación condenada,
Que
surge en magma salvaje;
Resoplidos
son sus alientos,
Desgarrando
velas y proas,
Vahos
desquiciados,
Que
cruzan subterráneos mares,
Anunciando
relámpagos
Y
naufragios,
Temblor
y calamidad,
Que
solo astillas
Devuelve
a la costa;
Regurgitados
huracanes,
Despiden
fauces reptilicias,
De
sus muslos lava incandescente,
De
sus cabezas ígneos guiños,
Que
azotando la áspera tierra,
Se
endiosan hasta el firmamento,
Templando
en calota de estrellas,
Volcánicas
protuberancias inestables,
Que
en horror sacuden a los hombres.
Fernando
García M.
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