domingo, 3 de enero de 2016


“Humano consulta lo humano”

(Demoníaca estática irrumpe)


La comunicación
Con aquella forma,
Que espectral se sacude,
Relata cosas que sucedieron,
Cuando fue antes al ser esto;

A qué se debe el amor,
A qué el rencor irritado;
Las imposiciones son laringes
Con filos exorbitantes,
Con riscos despiadados;
Desaceleraciones entre lo sólido,
Entre lo implosivo y desencadenante,
Hasta el orgánico relieve,
De esta certeza inerte,
Que resulta de lo acontecido;          
La interacción
Con aquella criatura,
Que especial se prefiere,
Legaja tensos suspiros,
Prestos al indexar estéril,
Del tiempo que cunde el recuerdo;
A qué se debe el éxtasis,
A qué el desaliento desbocado;
Las esperanzas, cristalinos envases,
Resguardan mensajes resentidos,
Anudan cuerpos deshabitados;
Deleite desapercibido,
Del instante que transcurre,
Para encarnar melodías profanas,
Que al escucharse evocan prudencia,
Entre alevosos sobresaltos;
Proclamación de acto triunfante,
Petulante manifestación
Del péndulo ignominioso,
Que desordena su métrica,
Son los detalles desaparecidos,
Son el despojos omitidos,
Con aires mísero-sordos,
Con bestiales andaduras,
De suaves almohadones pesados;

Todo duele y congoja,
Todo pugna por error y arrobo,
Destilando supuestas gracias,
De un espíritu taciturno,
De un incierto esclavo,
Que acude a llamados sumisos,
Al indagar por pretéritas ocasiones,
Por enervantes premuras,
Que se destajan ocultas,
A los ojos que invierten imágenes,
En parajes de refulgencia y ceguera;
Desde aquel signo la anticipación,
Respalda un extremo presidio,
Barrotes que cruzan barrotes,
Marginando palmas sempiternas,
De voces que recalcitran la inacción,
En la imposibilidad del retorno,
En la impostura de cuerdos matices,
Que les alejan del ser límpidos ecos,
Epifanías de angelicales orígenes,
Pues en pecaminoso desenlace,
Urnas fúnebres colmaron
Con impávidos rostros;

Todo condena y disgusta,
Todo atiende réprobo modo,
Disecando turbulentos impulsos,
De un transcurrir a punto herido,
Solidarizase en absorto embudo,
La excitación que condesa descarriado,
Alterando en relojes de dunas,
Imprecisos de autentica propiedad,
Inenarrables que para sí augura,
En tablas con inscripciones labradas,
En naipes con figurillas vistosas,
Que de cualquier alma sacan destino,
De corazones crédulos e impertinentes,
De carnes hambrientas en descollos,
Que obligatoriamente deben prescindir,
De razonable juicio y comparación metódica.


Fernando García M.

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