"En vilo irresponsable"
(Semanas fueron años)
Sentado
a la orilla del barranco,
Carezco de melodías alegres,
Aunado en fuerzas decadentes,
Cedido en sangre aún tibia,
A ídolos colmados en vacío,
Aspiraciones sublimes y pérdidas;
Plegarias en los labios,
Son palabras de desconsuelo,
Aguardando el tiempo perfecto,
Donde nadie venga a buscarte,
Donde sepan cómo encontrarme,
Colgado de un arrebato nuevo;
Caminando miserias al sol,
Entre resplandor y distorsión,
Impermeable a todo triunfo,
Disponible a cualquier fracaso,
Que logre sacarle latidos,
A este desgaste cansado;
Postrado al borde del silencio,
Amordazado de piel y motivos,
Abusan las intenciones
De pensamientos belicistas,
Acusa la cólera de otras noches,
Por resarcir de alaridos y esquirlas;
Profunda cuneta es la llama,
Que brinda ardor en espiral,
Rotando imágenes de recelo,
Avivando el eje del corazón,
Que gira hasta hundirse sediento,
En ecos de pérfidas voces;
La tinta que entiende el final,
Sabe adolezco de rimas dulces,
Que sacien tiernos estribillos;
Apellidos posee tanto la tristeza,
Que para semejante suplicio,
Ninguno figura destacable;
Serpientes son las ideas,
Envenenando lento la calma,
Susurrando igual todo pasa,
Mientras disuelvo sombras de tarde,
Intentando antídotos en descuidos,
Que descubran el modo de arrastrarte;
Azar es el último peligro,
Guardián de absoluta esperanza,
Rigor de extravió inescrutable,
Cabalgando el corcel pálido,
Que es la lastima detestable,
Residuo añejado de afecto;
Sobriedad desgarradora,
Es el reflejo convencido,
Del rostro sin ambiciones,
Despejado de agobiantes promesas,
Llamado al destino de ensueño,
Donde no existen interrupciones;
Fechas amenazan en sigilo,
Contracciones de jugos ácidos,
Cuanto más vives, más se agitan;
Asegurando la necedad requerida,
Máxima recompensa es la muerte,
Abrazarla sin temor es libertad.
Carezco de melodías alegres,
Aunado en fuerzas decadentes,
Cedido en sangre aún tibia,
A ídolos colmados en vacío,
Aspiraciones sublimes y pérdidas;
Plegarias en los labios,
Son palabras de desconsuelo,
Aguardando el tiempo perfecto,
Donde nadie venga a buscarte,
Donde sepan cómo encontrarme,
Colgado de un arrebato nuevo;
Caminando miserias al sol,
Entre resplandor y distorsión,
Impermeable a todo triunfo,
Disponible a cualquier fracaso,
Que logre sacarle latidos,
A este desgaste cansado;
Postrado al borde del silencio,
Amordazado de piel y motivos,
Abusan las intenciones
De pensamientos belicistas,
Acusa la cólera de otras noches,
Por resarcir de alaridos y esquirlas;
Profunda cuneta es la llama,
Que brinda ardor en espiral,
Rotando imágenes de recelo,
Avivando el eje del corazón,
Que gira hasta hundirse sediento,
En ecos de pérfidas voces;
La tinta que entiende el final,
Sabe adolezco de rimas dulces,
Que sacien tiernos estribillos;
Apellidos posee tanto la tristeza,
Que para semejante suplicio,
Ninguno figura destacable;
Serpientes son las ideas,
Envenenando lento la calma,
Susurrando igual todo pasa,
Mientras disuelvo sombras de tarde,
Intentando antídotos en descuidos,
Que descubran el modo de arrastrarte;
Azar es el último peligro,
Guardián de absoluta esperanza,
Rigor de extravió inescrutable,
Cabalgando el corcel pálido,
Que es la lastima detestable,
Residuo añejado de afecto;
Sobriedad desgarradora,
Es el reflejo convencido,
Del rostro sin ambiciones,
Despejado de agobiantes promesas,
Llamado al destino de ensueño,
Donde no existen interrupciones;
Fechas amenazan en sigilo,
Contracciones de jugos ácidos,
Cuanto más vives, más se agitan;
Asegurando la necedad requerida,
Máxima recompensa es la muerte,
Abrazarla sin temor es libertad.
Fernando Garcia M.
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