“A la validez de una herida”
(Bien determinado)
La inocencia
En los ojos de los niños,
Lo irremediable
En el cansancio de los
ancianos;
No olvido lo que tener es tener,
Y aún no sé si quiero,
Tanto y tan poco para mí;
Un día dulce quizás,
Con mucho sol y sereno,
Ejecute un acto agrio,
Un indecible error,
Y aquella gitana
Ha de desconocer,
Lo correcto e incorrecto,
De una decisión ultima;
He de extrañarme
Cuándo me vaya,
He de apresarme
Cuándo me libere;
No lo sé, y tal vez sea eso,
Lo que celosamente me atraiga;
Nada es más importante,
Cuando importante no se es,
Que el absoluto de irremplazable,
Que el irresoluto de miserable;
El temor aqueja y vence fácil,
Hasta inspirar y volverse considerable;
Llanto inconsolable colma también,
Las miradas de los infantes,
Coraje e insuficiencia, así mismo,
Consume el desfallecer,
De cuerpos ajados en arrugas;
Nunca leíste estas manos,
Nunca escuchaste estos tropiezos;
Será acaso mujer acertijo,
La bruma que nos llama,
Haciéndonos saber sutilmente,
Pertenecemos a un día dulce,
Del cual no llegaremos a ver la luna.
Fernando García M.
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