martes, 22 de marzo de 2016

“Fatigosa cavilación icónica“

(Jesús caído camino al calvario)

El alma se encuentra frágil,
Debilitado el corazón;

Sin que pudiese la noche galana,
Embellecerse con mayor decoro,
Pagano el designio acontece,
Esparcido cual suficiente estorbo,
Cual fatalidad cruenta,
Presa de la certidumbre más infame,
Victima del horror sombrío
De lo predestinado;
Debilitada se encuentra el alma,
Frágil el corazón;

Podrían pasarse sin dormir,
Sin pizca absoluta de sueño,
Un par de lunas menguadas
Con sus albas respectivas;
Y al despertar para seguir,
Continuado cada ciclo
Traería en su tercer círculo,
La luz de la autentica libertad,
Abandono absoluto,
Silencio perpetuo;

El espíritu aún camina,
Guiado a topa de carne,
Entre influjos materiales,
Nacidos de esferas ilusorias;
Oh indecible desdén,
Conformidad malhechora,
En qué has trucado tus bríos;

La carne aún se arrastra,
Envalentonada y pusilánime,
Por vestigios de previas posesiones,
Soplidos de plásticas sobras,
Que como esta han marchado;
Oh desidia lisonjera,
Resta solo rencor quejumbroso,
Contra la silueta que se desvanece;

Solo vergüenza inagotable,
Para resistir flaquezas e indecencias,
Lozanas vicisitudes, ancianas trapacerías,
Desgaste ineludible a lo superficial,
Espejismo marginado
Al reverso de aquello insomne;
Pues de esta parte sufrida
Al encallar de la cruz,
De parpados cerrados
Al mundo confuso,
Reposo alguno no existe;

Sacro Espanto,
Punzante retrato elevado;
Divisase ya el encumbrado monte,
Escandalosas fauces carmesíes,
Han de rezumar los clavos;
Padre, cuán deleble atisba
Su seño invicto,
El domingo de asunción.

Fernando García M.

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