“Dado a aquel
inerte en vida”
(Conductas y
equivocaciones)
Mantienese
el cuerpo,
Por
afrontar el paso de los días,
La
soledad suele ser su medida,
Al
comparar salud y belleza;
Oh
sopor de indecible siniestro,
Sostienese
pues la carne,
Solo
para deteriorarse;
Aun
la inteligencia,
Cuando
a plenitud se logra,
Traicionar
suele a la consciencia,
Dando
a la locura de la muerte,
Sentido definitivo e indispensable;
No
ansia pues durar tanto,
El
corazón que se aflige,
Sórdido
y callado,
Entre
intuiciones y estímulos;
Posesión
única del pecho,
Mientras
los años le duermen encima,
Es
el tedio indiscutible,
Trayecto
a un final sabido;
Oh
alma con aquellos bríos,
Ambicionas
siempre ser joven,
Pues
son las edades tempranas,
Similares
en vigor a ese temple tuyo;
Emociones
desecha
El
bípedo pensante,
Desplazase
erguido
En
su insolente formación,
Descansando
cada cuanto,
Al
descoser cierta distancia,
Rasga
los tenues hilos,
Que
amordazan el espíritu;
Pueden
algunos miembros
de
la errática especie,
Renunciar
a tan frágil existencia,
Para
ello cual hábiles bestias,
Acondicionan
guaridas y nichos.
Fernando
García M.
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