“Masacrar a una
mujer”
(Demasiado dice
de sus inicios)
He
de golpearte otra vez,
Que
la ley así lo dicta,
Y
como señor estoy,
En
mi justo derecho;
Sabrán
estas palmas,
Y
la nobleza de ese rostro,
La
fuerza con que he de sacudir,
Todo
súcubo que impropio,
Habite
en aquel incierto,
Silencio
que solía tu cuerpo,
Delicado
en lo desnudo;
Luminoso
en amplia esperanza;
Tomare
la roca más grande,
Y
abusando de este ya menguado,
Vigor
que temprano anochece,
Mal
herido y tachonado,
He
de saldar la terrible afrenta,
De
aquel nombre mencionado,
En
equivoca exhalación,
De
encumbrado deleite;
Concédeme
pues oh Altísimo,
La
magnitud que hubo en Sansón,
Que
con reposados bríos,
Cauto
encontró resarcimiento,
De aquellos que le engañaron,
Pues
larga es esta ceguera,
Que
atavíame el alma henchida,
Cual
renacida melena,
De
puro dolor y traición;
Protagonizando
la muchedumbre,
Llora
el celoso marido;
Jehová
le ha dado el poder,
De
vencer lo impuro.
Fernando
García M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
versosysoledad.blogspot.com