miércoles, 5 de agosto de 2015


“Masacrar a una mujer”

(Demasiado dice de sus inicios)

Voy a apedrearte de nuevo,
He de golpearte otra vez,
Que la ley así lo dicta,
Y como señor estoy,
En mi justo derecho;

Sabrán estas palmas,
Y la nobleza de ese rostro,
La fuerza con que he de sacudir,
Todo súcubo que impropio,
Habite en aquel incierto,
Silencio que solía tu cuerpo,
Delicado en lo desnudo;

Descarado ángel fuiste,
Luminoso en amplia esperanza;
Tomare la roca más grande,
Y abusando de este ya menguado,
Vigor que temprano anochece,
Mal herido y tachonado,
He de saldar la terrible afrenta,
De aquel nombre mencionado,
En equivoca exhalación,
De encumbrado deleite;

Concédeme pues oh Altísimo,
La magnitud que hubo en Sansón,
Que con reposados bríos,
Cauto encontró resarcimiento,
De aquellos que le engañaron,
Pues larga es esta ceguera,
Que atavíame el alma henchida,
Cual renacida melena,
De puro dolor y traición;

Protagonizando la muchedumbre,
Llora el celoso marido;
Jehová le ha dado el poder,
De vencer lo impuro.


Fernando García M.

“Planeta cadáver”

(No más de trecientos años)

A cuánto apuesta el barril,
En juntas de tanto incierto;
La tierra bulle siniestra,
Su integridad entrega póstuma,
Al colmo de todas sus tragedias,
Manos que agreden manos,
En la transformación de las eras;

A cuánto apuesta el barril,
En aquellos recursos no renovables;
La palabrería vuelve siempre,
Eterna en su hostilidad,
Experta en su deshonor,
Papeles que cubren papeles,
Delimitan medidas insuficientes;

Muera el mundo incauto,
Gusanos somos los hombres,
Sedientos de magma y metales.


Fernando García M.

viernes, 17 de julio de 2015


“Exhumación invernal”

(Causes que han de sepultar las olas)

Como agua la idea se filtra
en cada pensamiento,
Inundando cualquier premonición,
Ahogando cualquier alivio,
Siendo aquello que siempre ha sido,
Destello de falsa alegría,
Conato inacabado de
delirante obsesión;

La lluvia en busca de su curso,
Recorre largas avenidas,
Agitando rincones antes quietos,
Cediendo después de todo,
Rastros de esa dignidad callada,
Que impávida la urbe solventa;
Vestigios de arena y ramas esparcidas,
Marcas de desechos desperdigados,
Por la fuerza ahora minúscula,
De decenas de discretos arroyuelos;

Turbia la percepción de esperanza,
Se ciñe en formas inanimadas,
Secándose del modo que conoce,
Doblándose en la condición previa,
A aquel desconsuelo desgarrador,
Que reposa para ser removido,
Por bosquejos de apacible frenesí,
Sombras de amena presencia,
Que prolongan espectros silentes,
Hasta sumarse a la noche;

Existen fantasías de libertad,
Más allá de muñecas y palmas,
Más allá de huellas y pies,
Sin embargo somos todos hombres,
Elogios de una misericordia superior,
Mendicidad inconcebible de lo súbito,
Destino, azar, tragedia;
Indicio de una suposición noble,
Que enraíza y toma altura
en resistir y aguardar,
Sopesar y temer;

Como agua la idea se filtra,
Imparable discurre entre las grietas,
De expectativas y consecuencias,
Irrevocable adquiere cuerpo,
En el cieno indescifrable de lo dormido,
Forjando miembros de sueños,
Para poseer y deambular irresistible,
Para colmar y vaciar en un mismo tono,
Aquella indefensión obligatoria
que es lo cansado;

Visión terrible de desolación,
Masa deforme de molestia incalculable,
Acaso exige tu reino infinito,
Dilatadas cavilaciones agobiantes,
Encendidas divagaciones de luna,
Que solo conducen a aquel
Inescrutable lamento,
Certeza de la extinción absoluta,
De todo auxilio sosegante,
De todo margen de cordura,
A cual aferrarse urgido
En insaciable llanto;

Libación de pesadumbre incorregible,
Congoja hiriente que comprimes el corazón,
Acaso solamente han fijado tus afectos,
Saetas de indecible dolor,
Premuras de incontenible angustia,
Blanco en la mansedumbre rasgada,
De mi pecho desahuciado e íngrimo,
Docilidad que devoran sin prisa,
Las horas que acompasadas danzan,
Entorno a esta incitación inagotable,
Deseo de cesación y condena;

Nuevamente  las estrellas,
Sin carácter novedoso alguno,
Asumen sus distancias acostumbradas,
Excluidas de cualquier detallar posible,
Enaltecidas en lo intocable,
Como bóveda secreta de un maleficio mayor,
Para condecorar mis hombros entumecidos,
Con fulgores de años que apagados,
Fueron esferas que cristalinas,
Se astillaron en espantosa manera,
Ennudeciendo los sentidos antes sueltos,
Desatando padecimientos inestimables;


Oh árida provocación de final,
Oh dulce descanso venidero,
Humedecidas las edificaciones,
Rebosantes en emociones desconocidas,
Atiborradas de luces y soledades,
Dotan de vulgar escenario,
Al revolotear insoportable de este tormento,
Manifestación inconfundible,
De ese anhelo que implica partida,
Ambición de abandonarlo todo,
Y ser cual la corriente negra,
Que desprovista de vida huye,
A envenenar el mar embravecido,
Lejos de la ciudad y su gente.


Fernando García M.
“Ahora ya me he ido”

(Exacto como impuntual)

Sé que puedes reinventarte,
Poseer cuantas sublimaciones desees,
Guiar el curso de la historia,
A tu surtido acomodo;

Oh destino de fortuna,
Mírales reencarnar para la eternidad;
Allí les cantan, allí les aparentan,
Allí dancé de nuevo siempre;

Arquetipo materno son,
De la idea, la función y la forma.


Fernando García M.

“Pernicioso albañil”

(Ahora que eres declive)

Oh tristes callos,
Que perláis endurecidas palmas,
Cada vez cicatriza menos,
La piel del rostro zurcida;

Nudillos que fuisteis imprudentes,
Cristales de alcohol vacío,
Estos guantes están envejeciendo.


Fernando García M.

“De la fama que se tenga”

(Adusta proyección de aura)

Celebración de nada en particular,
Suele la vida volverse una fiesta,
Y en ello fastidia con todo,
Indignando a los oídos aquellos;

Prolongados en posterior,
Resultan los avances,
Dilatorios y sin sentido,
En el círculo de su esquema,
Imagen que se ciñe ineludible,
A la percepción de la persona;

Oh anhelo de triunfo,
Vencer intentas al anonimato;
Oh ensoñación de gloria,
Renuncia a la especulación popular,
Has de ti un rumor infundado.


Fernando García M.


“Demostración de paranoia”

(Para aquellas visiones de tormento)

Demóstenes a ti lo ofrezco,
Que sea perfecto y eterno,
Parco y desaforado;
Que sea divino y exacerbado,
Surreal e introspectivo;

Para el hombre
Siempre será tarde,
Con las mejores galas posibles,
Triunfadora se suele la muerte.


Fernando García M.


“También quisiera ver”

(Aquello que sucede)

Que viva ella como desee,
Que ría de cuanto apetezca,
Deseola feliz, cubierta sin personaje,
Entregada a la simpleza,
De su real fisionomía;

Rostro es su alma melancólica,
En ella lo encuentro todo.


Fernando García M.

“Reconocimiento de desnudo”

(Indigente purga su caminar)

Hágase la libertad suprema,
Suba nuevamente aquel teclado,
Pues cuesta abajo la calle,
Se sabe muy propia del mundo;

Cuando lo cotidiano falla,
Surge también la locura.

Fernando García M.




martes, 14 de julio de 2015


“Valía introspección”

(Cara de medio centavo)

Desvergonzado tú,
Deterioro de ti mismo,
Postrado sabes muy sabio,
Cuanto te has resistido;

Contemplando nubes doradas,
Adorando ocasos de fuegos,
Buscas la manera discreta,
Porvenir de noble acomodo;

Desvergonzado tú,
Presúmeme cuál castigo,
Conduélete de lamento;
Terrible rostro de espejo,
Que eres y sueles ser,
Di dónde te fuiste.


Fernando García M.
“Ancestral visión de bienestar”

(Acontecido ha, recuerdo)


Salid de pesca
Intrépidos navíos,
Forjada la mar,
Dispuesto el pecado,
Errad y acertad de nuevo;
La red sabe el destino,
El botín la recompensa;

Hechizo de cuánto son entonces,
Aquellos nombres acostumbrados,
Diminutivos afines de cariño,
Embeleso de besos y labios;
Amores son los naufragios,
Espectros de luna expectante;

Salid de pesca,
Llevad sogas y arpones,
También guantes ajustados;
Cuanto de romance asume la noche,
Siempre fabrica heridas.

Fernando Garcia M.



“De a tres minutos”

(Búrlate que te toca)


Consigues decirlo todo,
Indignación punzante,
Intuyes estas falleciendo,
Sin certeza clara del cómo;

Que apremie el tiempo,
Raudo corcel infatigable,
Expiación de cualquier culpa,
Pues excusa siempre se saca,
Al menguado envejecer;

Oh, crimen atroz,
Le llamaban huevo muerto.

Fernando Garcia M.

“Las bolsas de Santos”

(Mapachito también bilingüe)

Quisisteis dedos míos,
Redactarles tales caprichos,
Se alagan los cinco derechos,
Imponiendo su confusión experta;
Aquello que acusaba el imperialismo,
Lejos de a cristal por medio,
Hace que el indígena se dirija,
Reelegido a su pueblo;

Habla el criollo en inglés,
Domina su mágica falacia,
Sabiendo no es su lengua madre,
Divaga temeroso en el significado;
Que de a puño la pluma conciba,
Como se comen las uñas,
Los enemistados amigos;

Thank you a todo el mundo,
Thank you sin excepción alguna,
Pues nadie por yerro debe olvidarse;
Cocina el mendigo desgarbado,
Su redoma más nutritiva,
Pequeño brujo es de su libertad,
Espectador de su propio destino,
Senda marcada por la súplica,
Y cuanto incumba al misunderstand;

Animaste palma traviesa,
La unión de esos que conjuraron,
Los nombres que al latín suenan,
En boca de cuantos siendo primeros,
Deban transmitir la expresión;
Existen hechiceros aún más poderosos,
Que deambulan en elevadas esferas,
Asumiendo entre cócteles y agendas,
En su amplitud el antiguo continente;

Asombro en cóncavo de manos,
Sorpresa de lo más verde,
Ser mandatario en las américas,
Sinónimo también resulta,
De cosa poco deslumbrante;

Ay, horror de la moda,
Terribles apariencias,
Entre las brasas lucen,
Sus operaciones estéticas.


Fernando García M.