"Todos los hombres comunes"
Un espacio destinado a la exposición de aquellas nimiedades inteligibles, que descritas en tan diversas maneras, se manifiestan para ser concebidas por los sentidos desgarrados; empañados espejos que entregados a exuberantes y confusas cavilaciones, sucumben ante la aguda enajenación del entendimiento.
"Dimes
y diretes"
Nadie ha muerto nunca
de prudencia. El silencio cuando se sabe no se tiene nada provechoso que decir,
es señal de respeto y lealtad. La ausencia del deseo de interrumpir el discurso
ajeno evidencia, más que la humildad del propio, el alto estima que se tiene de
la interacción surgida en los demás. Nadie ha muerto nunca de prudencia. El
habla es la divisa del alma, devaluarla es cederla sin precaución ni criterio,
desmitificando la esencia que le impulsa, la voluntad oculta que en cada silaba
acentuada expresa la sensibilidad de lo interior y/o interiorizado. Tanto como
no se puede complacer a todo aquel que conocemos, tanto así, es valorada la
tendencia a abstenerse/abstraerse en si mismo, al punto que suele confundirse
indignamente con falta de cortesía. La búsqueda de aceptación, elemental y
vacía, supone desgastarse en intentar la sinceridad suficiente para asumir como se es. Nadie ha muerto nunca de prudencia.
Fernando García M.