“Toma 4”
(Rayos y centellas)
En el cielo habitan,
Decenas múltiples,
De pequeños enanos blancos;
Angelillos acondroplásicos,
Que poseen cadavéricos,
Rostros de payasos;
Figuras minúsculas,
Que custodian celosas,
Infinidad de sacos transparentes,
Colmados sin límite o medida,
De enormes rocas deformes,
Que cuando enfurecen,
Generalmente precedidos,
De torrentosa lluvia,
Golpean unas contra otras,
En agitada cólera;
Dejando escapar,
De lo oculto y misterioso,
De sus cofres de espejos,
El resplandor oscuro,
De esa luz cegante y poseída,
Que encandila los mirares,
Pecadores y curiosos,
A la vez que alaridos sólidos,
Desde lo alto del estrellado manto,
Se esparcen indiferente,
De si esta nublado o no;
Oh maldita tormenta,
Rebosante en truenos.
Fernando Garcia M.
"Rayos y centellas"
(Toma 4: versión vulgar)
En el cielo reside,
Infinita una dentadura,
Pálida y colmada de miles,
De segmentos brillantes,
De encumbrado marfil astral,
En maxilares de claridad profunda;
Fauces de traslucida altura,
Que solo algunas veces,
Se cubren tenuemente,
Con cargadas nubes opacas,
Al cruelmente triturar,
Centímetros inagotables,
De enlongado y embriagante,
Dulce turrón celestial,
Manjar de humo y cenizas,
Que en arcoíris se deshace;
Furia de estridentes bocados,
Que precedida de incontenible prisa,
Colorida expresa la lluvia,
Entre precipitadas migajas húmedas,
Que permiten escape fugaz,
Desde lo resplandeciente y oculto,
De amalgamas y caries estelares,
Aquel candor que deslumbra,
Mirares hambrientos y golosos,
Al liberar álgidas exclamaciones,
De airada excitación gustativa;
Oh maldita tormenta,
Rebosante en truenos.
Fernando García M.
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