jueves, 23 de junio de 2016

“No he de mostrar más”

(Para cuando me desarticule)

Mesa nueve,
En el picante del sol,
En el domingo más solo,
En la contemplación torcida, 
De los padres que alimentan, 
Conformes a sus hijos;

Al despertar somnoliento,
Debiendo he quedado,
Muchos sueños lucidos, 
A lo insondable e insomne;
Más aún las cicatrices, 
En absoluto me importan,
Si en la inmediatez 
De la anterior noche,
Recordar no se puede, 
De modo ninguno,
Como sucedieron,
Como tomaron cuerpo,
En el reflejo de espejos,
Y polarizados vidrios,
Que no coinciden,
En puntos identificables;

No he de durar demasiado,
En esta sopa de restos;
La personalidad vana,
De la torpe minusvalía,
Consumirme debe,
Cucharada tras cucharada,
Frente a la sal del mundo,
Que sabor entrega,
A legumbres y bastimento;

Frente a mondadientes 
De árboles secos,
Que han fallecido 
Antes que ellos,
Antes que nosotros,
Tan únicamente por extraer,
De entre saturados 
Insicivos y muelas,
Hebras de carnes inocentes,
Que como la de tantos, 
Comensales desconocidos,
Arderán en la tristeza,
De la muerte desafiante,
Que inesperada se encuentra;

Parangones a dioses sin fe,
Huesos son de la suerte,
En abundante azar goloso,
En el rincón de lo sin culpa,
Y en evidencia doloso;
Telas y piernas ajustadas,
Que encarcelado han estos deseos,
Cabellos y rostros dulces,
Que símiles son de tormento,
Indispensable no me hacen,
Para la vida ingrata;
Gasto represento de respiros,
Andamiaje de ansias desencantadas,
Que urge en unción, 
De algo inalcanzable,
Intocable efímero,
De manifestación feliz;

Éxito vibratorio,
De la loza que descansa,
En las miradas que no miran,
En las disposiciones que atiborran,
Atascando fuego imbatible,
En las gargantas laceradas;
Adecuado seria entonces,
Un ataúd de hielo,
Para un corazón tan mencionado;
Dos cuartos de limón jugoso,
Cortados sin piedad, 
Transversalmente;

Con nadie planeo,
Compartir riqueza prospera,
Ni fortuna inagotable;
En esa añoranza de las cosas,
Que se quieren ciegamente,
Ámame una vez, 
Por cada tiempo verbal,
Que la falta de apetito,
Habrá de martirizarme,
Bajo la tierra dura;

Mesa numero nueve,
Extrañas son las escamas,
De las serpientes de luna,
Que habitan en las meditaciones,
Sonámbulas, divagantes, 
Reposadas y con secuelas,
Previas sin reparo alguno,
A la ejecución de los precios.

Fernando García M.

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