jueves, 7 de noviembre de 2024

“Del modelaje y otras tragedias”
 
(Justificar lo inadmisible)
Desgarrado está el círculo,
Destruido su contenido,
Entre vueltas rapases,
Felicidad y odio se mezclan,
Para repararle casi por completo;
Para depararle intuición y ruido,
Donde la esfera dividida,
Es presión constante,
En sospechas y heridas;
 
Imperfecto el día,
Precisa la hora,
Al tener un único rostro,
La indecisión apremia;
Su forma seduce la tristeza,
A la total avaricia,
De reír al vencer el tiempo,
Luego de restaurar y digerir,
Evocando imperiosa desposesión;
 
Demás cosas sin sentido,
Que suenen sofisticadas;
¡No voy a perdonártelo!
 
Fernando García M. 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

“Urna desprovista de arreglo floral”
 
(Síntesis de tema raído)
Heme aquí, desarmado,
Aquí, maniatado de miedo,
Desprevenido al límite indiscreto,
De anhelar elevadas purezas,
Que valor encomiable confieran,
A formaciones de licuefacta roca,
Relumbrando para hundirse,
Cristalizadas entre un rubor postizo;
 
Quién lleve las grises nubes,
Traiga consigo también el sol;
Ansiado clima debe ser la dicha,
Del tallo que emerge mofando,
Las arenas más sofocadas;
Ansiado igual el vuelo del ave,
Que posa a cualquier altura;
 
Oh vigor malogrado de paisaje,
Pinceladas contrarias descubre,
La locación inconstante aquella,
Donde asesta aguijón y tenazas,
Cual langosta de miel enristrada,
En diminutas alas de colmena,
El estrepito aquel claro distante;
Enajenación reverberante,
Que enmohece el libre juicio,
Hasta disonante enmudecerle,
En dulce distracción infértil,
En parangón de falso retoque;
 
Heme aquí, sobrecargado,
Aquí, insensato de nacimiento,
Desvelado al punto siniestro,
De comandar días inconstantes,
En travesía de yerro y desgaste,
En fantasía de espejo quieto,
Que resbalando deponga impasible,
Afilados ángulos del reflejo,
Reparando en esquirlas detalles,
Que no volverán a unirse;
 
Quién adore la sátira,
Alábese siendo infiel,
Asómbrese inconcluso,
De su propia desnudez,
Inquiriendo galas matronas,
Que le engendren a una vez,
Rechazado e impuntual,
Original e irresistible;
 
Aposento de opiniones,
Qué en varios morada exiges;
Infunda retorno noble,
El desapego a toda regla,
Desatino que autenticidad intenta,
En radicales posturas estéticas;
Inquietante descontrol,
Botín de la plasticidad racional,
Que gusta del marchitarse salvaje,
En concreciones sutiles.
 
Fernando García M. 
“03-07-16”
 
(De complexión corta)
El ritmo acelerado,
Que desde siempre,
Ha llevado el mundo;
Eso es, palafrén de deseo,
Desbocado en libre desidia,
Tal como aquel otro más enorme;
Ansiedad de espíritu mayor,
Apurar de pasos,
En busca de gentil salvación;
 
Acelerado el ritmo,
Acude  a la sazón de las palabras;
Pimienta es, de bocados inmarcesibles,
De mensajes santiguados,
De aberraciones carnales;
Percusión y temblor de cuerdas,
En la danza del destino,
Que a pisotones corrige,
El desvariar de sus posibles;
 
*Si aquello vas a hacer,
Y en tanto desesperas,
Luego, no lo hagas;
Si en su ejecución,
Despiertas codicia,
Transformando en pleno,
La razón del gusto;
Entonces, más vale,
Que se disfrute.
 
Fernando García M.
“La oración del mudo”
 
(Homónimo hermano en hijo bastardo)
Altibajos que tienes,
Tú vida de mentiras;
Altibajos, secreta zozobra,
Que provocas en soledad,
Haciendo dolor de lo sincero;
 
Desearía estar tan libre,
Eximido de cualquier anhelo,
Despedido de voz alguna,
Que sepa decir adiós,
Tanto como bienvenido;
 
Resarcido por tanta pena,
Que impuesta me he otorgado,
Disciplinado y cohibido,
Sin oportunidad dispuesta,
Al reposo del descanso;
 
Que altibajos tienes,
Mentira de tu vida;
Cumbres, picos perniciosos,
De donde auspicias desespero,
En picada, caída o salto;
 
Me encantaría ser inmenso,
Mejor que cualquier cosa,
Desahuciado ante la rutina,
Recuperado de toda culpa,
Que al alma indefensa,
Perjudica y carcome;
 
Virtuoso ante la copiosa deshonra,
Que atribuirme suelo mesurado,
Cautivo en cavilaciones vacías,
Banquillo siempre sentenciante,
Donde solicita látigo el lomo,
Tanto como el regazo.
 
Fernando García M. 
“Lo vano y diciente”
 
(Diez de nuevo y once)
Aún cerrados mis puños,
Desean rostros de mundo;
Si los ojos mascaras no fueran,
Del alma que herida se esconde,
Cuán diáfano seria el susto,
Que vuestros labios estremeciera,
Cuán justo el horror deforme,
Que ahogaría vuestros respiros;
 
Destrozos de límpidas cavilaciones,
Madejan ideas inconclusas;
Impulsos tras rojos telones,
Donde la trama enervada,
Encrespa y subleva toda calma,
Donde la fama venidera confiesa,
Sencillas atrocidades regias,
Guiadas para infundir pasiones,
Desatadas en la repulsión postrera;
 
Mis puños aún cerrados,
De mundo rostros desean;
Debo insistir en desafiarme,
En dejarme al albedrio infame,
De tratar no ser lo mismo,
Al diferenciarme en sin contextos,
Que se traducen irresistibles,
Mediante aquella manera,
Sincera y despreciable,
Donde dolor es regocijo;
 
Cavilaciones de límpidos destrozos,
Inconclusas ideas madejan;
Todo en el borde es ruidoso,
Cualquier color amenazante,
Todo mirar resulta un desierto,
Con lunares de arco bruñido,
Siendo cielo de estrellas,
Y alacranes rastreros,
Desaparición sublime,
De tanta vigilia siguiente;
 
*Divino desfase diurno,
Cuando impredecible el clima,
Entre nubes facilita tu soltura,
Ocultas acaso las horas aquellas;
Percepciones disipadoras,
De toda lozanía serena,
Envejecer del apetito,
De la voluntad y la carne;
 
El hombre pasea su libertad,
Empleando modales sutiles,
Entrenándole en su mejor disfraz,
Al entregarle plenitud forzosa,
De ser universo y destino;
Al ensañar contra la caja ósea,
Tal contienda de texturas,
Enjambre de ansiedades surtidas,
Procuradas al arrojo torpe;
 
Figura que en rasgos reconocibles,
Muestra al mendigar la imagen,
El aspecto propio y desgarbado,
De tan prominente sombra;
Terso busto decidido,
Que prospera en garbo inquiridor,
A esa incertidumbre dura,
De evitar siempre los posesivos,
Que vivacidad impliquen,
Al pretender lo personal.
 
Fernando García M. 
“Empezamos”
 
(A los difuntos amores)
Creí ser un hombre bueno,
Vida doble y resentida,
Más fue la sorpresa luego,
Cruel en suma medida;
Un error solo he sido,
Para un corazón sin dicha,
Para un olvido merecido,
Que ha de olvidarse sin prisa;
 
Después de mañana,
No hay mañana nuevo,
Futuro certero no existe,
Para un alma arrepentida;
Los pasos que he brindado,
A este mundo torpe y ciego,
Inútil me han arrojado,
A aquel horror sin salida;

Angustia falta en sosiego,
Fracaso del llanto inerte,
Que premuroso convida,
Al consuelo de la muerte;
Triunfo máximo de cierto,
Del dolor sobre la herida;
 
Un hombre bueno creí,
Ser sin mayor reparo,
Sin embargo no lo fui,
Al comprobar admirado,
Lo rojo en lo carmesí,
Lo silente en lo callado;

A veces hieren cosas,
Que voces son de otros tiempos,
Que contemplo y no menciono,
Por no humedecer los versos,
Con ese desengaño triste,
Que desmiente aquel argumento,
Que defiende fue dulce anhelo,
Todo aquello que marchando,
Rastro elude alguno posible,
Al dejar sombras sin suelo;
 
Previo al ayer,
Ayer no habita ninguno,
Melancólica es la agonía,
Que en desenfado oportuno,
Indiferente permite entrever,
La talla de tal ironía;

Amargo sabor desnudo,
Que torna en sufrir el placer,
Cuando al apagarse la tarde,
Cae el sol y con ello,
Insalvable culmina el día.
 
Fernando García M. 

martes, 5 de noviembre de 2024

“Cargados perdones por pedir”
 
(Deleite de sueño tranquilo) 
Tanto recriminarse la consciencia,
Para afrontar siempre lo inevitable;
Si no fuese el mundo, mundo,
Qué entonces sería;
 
Huérfanos, viudas y soledad terrible,
Espectáculo de destino hermoso;
Mentira de voluntad divina,
Que se espera favorezca,
La mayor de las veces,
Con el mejor pronóstico;
 
¡Milagros insignificantes!
 
Fernando García M. 
“Colonia inespecífica”
 
(En la puerta de abajo)
Cuál se transforma la escama,
Cuál se torna en parda la noche;
Desacomodase la infértil locura,
Que narrar suele dudas,
E injustas corroboraciones;
 
A veces anhelo llevar la trama,
Hasta nuevas indignaciones,
Hasta el traslucido sudoroso,
De aquel vaso inexacto,
Que guía un título inédito;
Vodka en agua taurina.
 
Fernando García M. 
“La música es la misma”
 
(Solo envejece el oído)
Absuelto de toda tristeza,
Deseo resaltar la luz,
Dulce enorme belleza,
Del ser ejemplar certeza,
Dicha en toda la extensión;
Candor de inusual delirio,
Siendo formada senda,
Para escapar a la cruenta,
Rutina en sedición;
 
Estos versos son auténticos,
Sufridos y decadentes,
Llamando a lo recurrente,
De una vida acostumbrada,
En ocasiones con llanto,
En otras pocas con risa;
 
No temas juvenil esencia,
Soy aún conquistador,
De paramos y confines,
De estrofas y serafines,
Que saben como nosotros,
Siempre extraviando el tino,
Concibo maneras agradables;
 
Líneas especiales que diferenciado,
Redimo en el mayor espasmo,
De ese algo que bloquea el ritmo,
Que entresacado dice insensato;
Solo envejece el oído,
La música es la misma.
 
Fernando García M.
“Desviación atípica”
 
(Súbitos despertares) 
Movido por falsas emociones,
Derrocha tiempo y dinero;
 
Recreando días,
Que debió hace mucho,
Le han visto comprar el cielo,
Hasta arrojarse por la borda,
Sin más que una soga,
Atada al cuello;
 
Cautivo de efímera belleza,
Dilapida esfuerzo y desvelo;
 
Reiterado en ira,
Persiste en aquel hastió,
Evadido de firmamentos y nubes,
Fracasado en tantos intentos,
Valido de odios y temores,
Al carburar ocasos e ideas;
 
Desarmado de cualquier esperanza,
Se inclina a ninguna parte;
 
Consagrado en rencor,
Cual solía más temprano,
Escapa siempre ensimismado,
Paseando horror en sus ojos,
Cifrado en silencio y dolor,
Al proyectar vacuo optimismo;
 
Movido por falsas emociones,
Quizá desea también levantarse;
 
Generoso en violencia,
Escucha sus nudillos lejanos,
Rostros agrietados a su paso,
Confirman toda sospecha;
La cordura posee sus límites,
Cuando triunfo se suele la muerte;
 
Toda agresión no será suficiente,
Para apagar el espíritu de su causa;
 
Nutrido de mundo corriente,
El tedio anidado en su pecho,
Engendra voluntad despreciable;
Agujereados sus cuellos suplican,
Al cuerpo que ausente representa,
Evadido de culpas y reparos;
 
Simbolizando retribución homicida,
El sueño sabrá sumirle abatido;
 
Caído en profunda sonrisa,
Protagonista es de su destino;
Espesa cual tinta la sangre,
Descubre el lenguaje desnudo,
En su mirar palidecido y libre,
Saciado de cotidiana existencia.
 
Fernando García M.
“Nada que perder”
 
(Caricias y puñaladas)
Vístete despacio mujer,
La prisa no lleva a nada,
Luego sabe el espíritu arder,
De la manera acostumbrada;
 
Dice nunca el corazón,
Verdad que pueda ser útil,
Hundido en la desesperación,
De su propia codicia,
Escapa a rescate alguno;
 
Despacio vístete mujer,
El diablo tomo mi alma,
Dado el triunfo en perder,
Ruina es toda calma;
 
Depravadas delicias,
Custodia el pecho inflamado,
Colmado en cobardía pueril,
Desatendiendo cualquier llamado,
De cordura o contención;
 
Vístete despacio mujer,
Distante el amanecer intuye,
Deseo soy de otra dosis,
De ese amor que no me tienes;
 
Carne y sangre confunden,
A aquel espectro debilitado;
Halito que saturado en desprecio,
Padece emociones que suelen,
Destruir todo refugio;
 
Despacio vístete mujer,
Legiones cabalgan latidos,
Consumado el sacrificio,
Necesaria es la ausencia;
 
Necedad de hojas delgadas,
Desnuda se arrastra dulce;
Fatiga en prendas ajadas,
Es la partida de su rostro,
Carente de dolor o tristeza.
 
Fernando García M.
“Reciprocidad e hipocresía”
 
(Raza bastarda)

Muerte a los corazones ingenuos,
Basura es cuanto sea romántico;
El odio siempre será odio,
En la resaca de la seducción;
 
Asco cubre los huesos,
Pieles lloran espectros,
De pasiones pasadas,
Preservando gélidos olvidos;
 
Muerte a los corazones puros,
Perdida es cuanto callan los labios;
Embriaguez estúpida es la ilusión,
Desprovista de equivalencia afable;
 
Ansiedad de desintegración,
Acude lejano el placer,
Sombras encumbran sueños,
Forjando terribles pesadillas;
 
Muerte a los corazones crédulos,
Desgracia es cualquier fe posible;
Bondad que engendra tragedia,
Es toda divinidad imaginable;
 
Insuficiente es toda piedad,
Para librar de fuego y azufre,
El ímpetu de ojos y manos,
Creados para sucumbir;
 
Muerte a los corazones rotos,
Cobardía es esperar recuperarse;
Cicatriz nunca cerrada es el alma,
Atascada entre rencores y rostros;
 
Miente todo consuelo,
Sangrar es cuanto se puede,
Al caminar por el mundo,
Evadiendo soledad y silencio;
 
Muerte a los corazones todos,
Colmados de compasión y nobleza;
Naturaleza despreciable,
Habita todo lo humano;
 
Inalcanzable abrigo,
Son ocasos y atardeceres,
Apatía de palabras desiguales,
Repulsión también propia.
 
Fernando García M. 
“Prudente anhelo”
 
(Lapidas australes)
No quiero nada importante,
Descrédito es cualquier justicia,
Encontrando graves atajos,
Asustado sabré esconderme;
 
Es tarde para ser autodestructivo,
La máquina necesita sustento,
Músculos se deben en pie,
Aún cuando falte motivación;
 
Desvanecer que te acercas sutil,
Un consejo acertado seria,
Evitar separarse del grupo,
Al acatar la voluntad de los dioses;
 
Voz de eso que nadie extraña,
Irrepetible complicidad es el ahora,
Contemplativo el corazón se engaña,
Moldeado en distantes silencios;
 
Humilde es el tiempo que golpea,
Cubierto en sorpresa y pasmo,
Pasajero de círculos interminables,
Me descubro empeñado en lo inútil;
 
No intento nada esencial,
Confusa es cualquier epifanía,
Acompañado aún por la verdad,
Mis palabras tornan en mentira;
 
Es tarde para sentir odio,
Las ideas requieren reposo,
Despertar más que dormir,
Resulta el mayor tesoro;
 
Ruido de ese agitar maniatado,
Es el olvido que implora perdón,
Llenando el aire de cada respiro,
Con sustantivos erosionados;
 
Bajo otro existir sería diferente,
Vana es el alma que desea,
Memorizando recuerdos hermosos,
Hundida en espejismos y angustias;
 
Sugiriendo aún tengo coraje,
Entonare canciones solitarias,
Siguiendo pasos desiguales,
Al huir en flagrante cobardía;
 
Nada quiero importante,
Semejante he sido lo suficiente,
Cambiar significa negarse,
Arribar ingenuo al sepulcro;
 
*América es adicta al petróleo,
Gustosa de crack al masturbarse;
Convidarle es un bocado sordo,
Asomo de peligros infundados,
En promesas jamás realizables;
 
América se vende por las calles,
Paseos acostumbra traviesa;
Lamiendo aquellos costados,
Océanos de sangre y semen,
Navega la historia de su miseria;
 
América es adicta al petróleo,
Rebajada a impostura libre;
Desmarcada de opción alguna,
Que no implique succionar primero,
Para defecar fosas comunes.
 
Fernando García M.