“Acá son aire de sobra”
(Silencio de pecho)
Admitimos que corría libre,
Aceptamos en su movimiento,
La noche que muere y reincide;
De damas levitantes que sin huellas,
Hacia abajo, a lo profundo y mudo,
Les llevan a entregarse a la muerte;
La felicidad no se menciona,
Pues aquí no existen relojes,
Y entonces seria eterna,
Y luego, de qué servirían los versos;
Pies que huyan raudos,
Oídos que mientan en sonrisas,
Masticando silabas de deseos;
Vuelvan de sus desilusiones,
Para dormir entre estas costillas;
Con su azadón de tinta,
Dicte trazos a estas manos;
¡Sean ustedes en con ustedes sea!
Son las agonías de sus afanes,
Que marchando ahora,
Lejos y agitados,
Han caído para siempre,
Otorgando albas y ocasos.
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