“Reloj de hollín”
(Muy en los huesos)
La ciudad dicta
momentos,
De luna y curiosidad,
Entre rostros que
muestran,
Silenciados silentes
tormentos,
De pena y ansiedad;
Entre costos que
implican,
La calidad de vidas de
caridad,
Expuestas al ruido,
De bocinas y ladridos;
Lapsos de realidad
pagana,
Con cielos nublados,
Y alimentos en venta;
Cocida repetidamente,
La ciudad extrema sus
tiempos,
Dictaminando
igualdades de ausencia,
Aplanadas en educación
de faroles;
Ladrillos húmedos,
En descuido público;
¡Final de obra,
Auto en retroceso!
Cuántas calles en
reparación,
Con nombres de santos sin
remedio;
Cansada en membranas y
colores,
La ciudad dicta sus
momentos.
Fernando García M.
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