miércoles, 9 de octubre de 2024


"Consanguíneos pecados todos los días"

(Por Adán devorar su propio cuerpo)
Esta farsa trae nuevas características,
Razones diversas para la desesperación;
Incrementando la mortalidad en sus claves,
Concediendo linajes de seducción,
Descendientes de salvajes animales,
Camuflados en bestias analíticas;
 
Esta devoción tuerce serios aprendizajes,
Reservándose para ocasiones ocultas,
Donde imploren desempeños crueles,
Ajenos a superstición y ropajes;
Artificios irreconocibles del corazón,
Por valentía ante la duda,
En insensibilidad de descaro e indignación;
 
Tiempos perfectos colman el mundo,
Para el fallecimiento de mártires,
Para el alumbramiento de asesinos;
Duelos perpetuos guarda profundo,
Para esas almas con ilusiones,
Para esos espantos demoniacos,
Que por igual dan cielo a inmundicia,
Que por símil dan suelo a paraíso,
En el lenguaje de la piel suelta;
 
Corrompiéndose siniestros,
En una acoplada pieza,
Donde al amar, sudor y sangre,
Despejan cargas y añaden hambre,
Al conglomerado insaciable y enfermizo,
Proveniente de un mismo,
Desjuiciado y moribundo;
 
Esta fuerza aprisiona los pechos,
Contra otros pechos, contra cráneos sedientos,
En extravagancias de exigencias,
En exposiciones de inventos,
Para gastarles la esencia,
Sin protección de quimeras,
Sin exclusión de amuletos;
 
Esta denominación jactanciosa,
Lleva diferencias de contornos y fluidos,
Ajetreando angulaciones de interés,
En el objetivo único de los sexos,
Palideciendo si viene al caso,
De forma ingeniosa;
En nombres impuestos,
En nacionalidades ficticias,
En preferencias adquiridas,
En barreras de exclamaciones,
Y exclamaciones en dialectos;
 
Esta orgia universal e incestuosa,
Que reclama el extravió absoluto,
De un exclusivo principio germinal,
Azota hasta sacudir las ramas del árbol,
Para dejarle desnudo en fruto;
 
Finalidad primordial de especie arrastra,
Esta ceguera incontenible de ansia genital,
Describiéndose culpable en tal inocencia,
De inevitable destino, de tranquila consciencia,
A los amantes bajo el sol.
 
Fernando García M. 

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