“Cupido en lapida”
(Dice mejor el título)
Por tantos sentimientos corrompidos,
Entregados en momentos idos;
Por tantas lagrimas manchadas,
Derramadas sobre mejillas calladas;
Por todo aquello que no he dado,
A esas personas que he conocido,
Indulgencias al mundo no pido;
Tan solo quisiera saber la manera,
De volver a ejecutar lo cometido,
Con tal ingenuidad de corazón,
Con aquella integridad sin razón,
Al devolver el alma en un beso,
Al padecer de calma en el peso,
De esa pasión sin alas,
Que desgarrada en el suelo,
Desfallece en anhelos,
Por volar de nuevo;
Ya no me restan oraciones,
Para cuerpos con ansias,
Y canciones sin tiempo;
Ya no me sobran plegarias,
Para latires sin ganas,
E ilusiones rotas de pecho;
Por tantas palabras dulces,
Deletreadas en labios perdidos;
Por tantos parpadeos largos,
Perpetuados en sueños irreconciliables;
Solo me quedan sin miseria o fortuna,
Silabas confinadas al luto;
Noches gastadas al gusto,
De una manifestación blanda,
De eso que llaman amor algunos;
Aquella página blanca,
En la que ya no escribo,
Por falta de convicción en lo vivo,
Por magro hallazgo difunto,
En este abandono que es solo mío;
Ay soledad sin dios,
Tan lejos se encuentra la belleza;
Desprovista de inocencia,
Revestida en desencanto,
Despejada de ambición,
En vastas facetas;
En dolor inalcanzable,
En regocijo insufrible,
En enervados detalles;
En desmotivar por tanto,
Ya no me restan oraciones,
Ya no me sobran plegarias.
Fernando García M.
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