“Para todas esas pesadillas”
(Eres aquel resplandor) La vida azul,
Desvanece su vibración,
Asomando entre soles de luz,
Días que sin dirección,
Huyen en la plenitud,
Del recuerdo que recuerda,
Entre desmayos y lasitud,
Al pecho que ama y suspira,
Corazón es solo el corazón;
Y en aquellas sendas oscuras,
Donde el horror suma sus miedos,
A la claridad de mi aura noble;
Frágil evoco las frases dichas,
Por aquellos labios tiernos,
Que conocen la magia incólume,
De trucar grises lamentos,
En embriagantes alegrías;
La vida azul,
Cae en sus noches largas,
Dibujando el ocaso abenuz,
Entre dolores y auxilios sin palabras;
Ilusiones de aquella juventud,
Que esperando escapa ajena,
Arrojada a la triste finitud,
Que forma del alma que vuela,
Un sueño carente de alas;
Y ante el mundo que decide,
Imponente sin reparar en gustos,
Yo elijo a mi modo humilde,
El llamar el brillo de tus ojos,
Cuando en la soledad agobiante,
De la luna sin luceros,
Las horas marchando despiertas,
Airadas suelen amenazarme,
Con furtivas imágenes de espanto,
Nacidas de manecillas quietas;
Y ante tanto que resulta desconocido,
Existen vastas razones,
Para desfallecer sin resistir demasiado,
Abatido por aquellos reveses,
Que auspiciar suele el destino,
Colmado en casualidades inocentes;
No obstante, por ello mismo,
Aguardo la vida azul,
Anhelante en que deje de serlo,
Confiado en que más allá,
Superior a cualquier pesadilla,
Estás tú.
Fernando García M.
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