“El poder del menosprecio”
(Confía libertad a seres tan tristes)
En esta agonía,
Anestesiada e insensible,
De poco o nada me sirve,
Sinceridad o ironía;
Luego, lo único que le devuelve,
A este corazón algo de alegría,
Es el rostro de una fémina,
Que entre más belleza posea,
Sea mayormente imposible;
Es este el modo inequívoco,
Por el cual evita el esfuerzo inútil,
Una silente alma fatigada,
Carente de simpatía y atractivo,
Al intentar fulgor de afecto;
Deleitando de manera hábil,
Al ego de la soledad,
Al positivo del abandono,
Renunciando a lamentos innecesarios,
Mascaras falsas o sentimientos vanos;
En esta desolación absurda,
Obtengo fascinación transitoria,
Alivios momentáneos;
En el optimismo pálido,
Que prevalece a lo lejos,
Sin amenazas a la razón;
Sin maquinar de argumentos,
Al disfrutar de lo seductor,
Exento de la obligación,
De que tan solo en un encuentro,
Toda una vida funcione.
Fernando García M.
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