“Nada deja la razón”
Desertora de toda estética,
Inestable fue hecha la trampa,
Débil en cuanto a su ley;
El capullo de su orgullo;
El desgarro arraiga tribulación,
Como tiempo el olvido;
Sí fueses, y lo entendieras,
Qué sería pues de los errores,
Inocentes simplezas, vida;
Yerro de suscitar pulcro;
Inefable es aquel horror,
Indescriptible tal afirmación,
Que confirma lo irracional;
Entrañado silencio traen las lunas,
Al renacer de nuevo.
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