“No obstante en caída”
(12-12-14)
Aún existes noche,
Aún existes en lo alto;
Enmarcada en lo infinito,
Decidida en tal silencio,
Reinas irregular y absoluta,
Siendo cuanto siempre has sido,
Pugna entre vacío y oscuridad;
Oh celeste aura de luna,
Oh dama de ancestral belleza,
Tu rostro es deleite de enamorados,
Tu espalda siniestro olvido;
Son vuestras horas profundas,
Descanso que niegas y otorgas,
Siguiendo en celo impreciso,
El incompresible designio aquel,
Que agotado sóbrale al día;
Aún existes noche,
Aún existes incalculable;
Oculta radiantes luceros,
La verdad de tu soledad,
Centenar de corazones bendice,
El sin luz de tu propicio;
Oh venerable madre inescrutable,
Oh deidad de inalcanzable velo,
Testigo es la faz de tu vientre,
Digiriendo en cadencioso ritmo,
El agitar de la sangre insaciable,
El menguar de los labios sedientos;
Centenar de pechos volubles,
Que derrochan y extrañan,
Compañía por igual;
Aún existes noche,
Aún existes impredecible;
Delata crudos sucesos,
El ardid de tu efímero,
Nutre ansias y esperanzas,
El frio halito de tu prisa,
Inconstancia de paz y dolor;
Oh galante consuelo,
De agobiados y desmedidos;
Oh emancipación inevitable,
De intempestivos e irresolutos;
Cómo acudir ante tu presencia,
Invocando sin necedad alguna,
La sabiduría de tu paciencia;
Cómo evocar la majestad de tu fuerza,
Sin mancillar cuanto sagrado,
Habita en tu esencia abundante;
Oh deleite de adivinos y poetas,
Oh misterio de suprema recidiva,
Atrevome en semejanza al mundo,
Desvalido e inseguro, perecedero e inestable,
Por la sublime gracia,
De tu más íntimo favor;
Derrota soy de innumerables batallas,
Victoria de sutiles nimiedades;
Oh límpido fragor perpetuo,
Balance de claridad y tiniebla,
Suplico llévesme rápido,
Acogiendo en tu incólume seno,
Los restos de alma y cuerpo,
Que dándose por míos,
Aún domina la destreza;
Inequívoco el mañana,
Falente habrá de convertirlos,
En oquedades desprovistas,
De todo valor y brío;
Oh inmortal espíritu,
Apiada tu pecho impasible;
Poco significa un hombre,
Si en descenso a nada se aferra.
Fernando García M.
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