“Muchachos adiós”
(Cuáles ideas)
Ya bastante he evitado al papel,
Como confidente de aquellas señales,
Quizás de temor y amargura,
Que suelen ser las letras,
Al hablar de amor y juventud;
Cuánto puede el desengaño cruel,
Lastimar el alma inocente;
Cuánto puede acaso,
Poseído del corazón infame,
Que cede su nombre escaso,
A la ilusión que redunda,
Esperando esa especie de plenitud,
Que embarga desconcertante,
Al transformarse el afecto dulce,
En altivo dolor;
La retirada aquella supone,
Otra despedida más que olvidar;
Trazado a cruz el pecho cohibido,
Sabrá retener el llanto,
Que pudiesen derramar los ojos,
Cuando las miradas profundas,
Descubren vacío el horizonte;
Cubriendo la desnudez ingenua,
De tantas palabras tiernas,
La soledad elegante desde poco,
Sin escandalo avergonzada,
Recogerá los suspiros furtivos,
De una boca nunca más suya;
De unos labios de cierta pasión,
Que supo enfriarse despacio,
Cuidando el delatar su huida,
Hasta consumado el desconsuelo;
El papel ya bastante he evitado,
Dando giros y cabriolas,
En los contornos de tantas cosas,
Que quisiera aclarar de noche,
Buscando un amanecer cualquiera,
Donde al menos fuese la luz tibia,
Posando forma en las palmas,
De estas manos en desuso;
Cuánto puede una herida,
Cerrar sus lados distantes;
Cuánto puede en todo caso,
Cuando costas resultan sus bordes,
Abrigando ese océano salado,
De frases, ausencias y detalles,
Que en colérica marea arremeten,
Con recuerdos de horas idas,
Que sin poder volver vuelven;
La bienvenida suave del silencio,
Apacigua tantos hábitos comunes;
Suerte de agonías sentidas,
Que relajan su temple cálido,
Flagrando días restantes,
Para añorar y desdecir mentiras,
Que aún en su falaz rubor,
Lograban hacer carmines,
Las más ficticias sonrisas;
Soltando la luna su opaco,
Decenas de insomnios sufridos,
Librados en brillar de candilejas,
Besaran con sueños cansados,
La gloria de pasadas fuerzas,
Moldeando el ayer que surte,
En nostalgia y melancolía,
Los parpados que hoy lívidos,
A medio caer recorren,
Pasajes aquellos inexistentes,
Que exaltado frecuenté;
Oh latidos, ingratos latidos,
Anhelos con más entusiasmo,
Que célebre fortuna;
Ideas que figuré de la vida,
Creyendo eludir los años;
¡Adiós, muchachos adiós!
Fernando García M.
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