“Abotagada facie”
(Senectud de cavilaciones)
Oh alabanza sonora,
Oh resonancia de mar;
El eterno volver de las olas,
Eleva tierno el espíritu;
Espumeante el ocaso,
También el alba al regreso,
Cuando al nacer del día,
Son los ojos al sol,
Sobre la sublime arena;
Costas que no sois mías,
Créome dueño de todo
Vuestro infinito;
Abierto el pecho suspira,
Ante el asombro meditado,
De la oscilación de las aguas;
Hambriento ahora, nutre el alma,
Siendo libar de cenizas,
Hogueras ya marchitas;
Oh alabanza sonora,
Oh asunción peregrina;
Eslabones somos incólumes,
De algún final despreciable;
Navíos devora el horizonte,
Me estuve viejo y cansado.
Fernando García M.
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