jueves, 26 de septiembre de 2024


“Cristalino naufragio”
 
(Empeñada reprensión)
Los años me han alcanzado,
Despertado he de un sueño ligero,
Que tenue de cierta forma al caer sobre mí,
Ha traído reminiscencias antiguas;
Perturbadoras sombras que renacen,
Alimentadas por aquellas cosas,
Que confiado de olvidadas,
Permití creciesen dentro;
 
Aunados respingados demonios,
Relamen emociones desusadas,
Frenéticas emancipaciones sutiles,
De un estado menos solido;
De una licuefacción parcial,
Que sin cuestionar biseles,
Resplandecía a trozos parejos;
Inocencia desgarrada,
Esperanza levadiza;
 
Desinflado el coraje,
Desahuciado el esmero,
Se vale el corazón débil,
De relumbrones sin tiempo;
Ilusiones que urentes han huido,
Por la línea aquella que suele,
Acelerar sucesos y consecuencias,
Adelantando intempestiva,
Defectos y premuras;
 
Me han alcanzado los años,
Quedando por poco escasos,
Para ahondar de lleno en el alma,
Ambicionando un tanto de honra,
Que conceda  reposen los ojos,
En las miradas de otros ojos,
Al quizás poderse creer,
Con el seño encuadrado,
Y la frente altiva;
 
Sin embargo, no debe la vida,
Complacer los caprichos ingenuos,
De la carne que apetecida,
Aboga siempre en favor de lo impune;
Las dilaciones y remiendos,
Que exige la conciencia enferma,
Por curar algo de su sufrimiento,
Resultan demasiado para pesadillas obscenas;
Resultan por demás escaso,
Para un encuentro angelical,
Con la oscuridad que duerme,
Sabiendo perpetuarse podría,
En un sendero sin retorno;
 
Tanto se hubo hablado,
De latidos y corazonadas,
De obsesiones y augurios;
No obstante, son hoy palpitaciones,
Las que atormentan la calma,
De mi pecho mal clareado;
Bruma es el aliento que exhala,
Esta creación solitaria,
Solidaria abominación,
Comprometida con desvanecerse;
 
Acaso huesos y extrañas imágenes,
Prevalecen con mayor contundencia,
Ante el azote terrible del pasado;
Acaso son las palabras soplidos,
Que arrastra con furor la brisa,
De los días que dispersos,
Atisban su mudo exilio;
 
Oh sublimes recuerdos,
Ojala solo fuese asunto,
De espanto, luna o insomnio.
 
Fernando García M. 

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