lunes, 30 de septiembre de 2024


“Incorruptible”
 
(Sobre capullos o rocas) 
Expedición austera,
Ensoñada libación,
Flotar suelen suprimidas,
De lágrimas o suspiros,
Las estelas que olvida el tiempo;
 
Rocío lánguido,
Esfuerzo imperceptible,
Alas desnuda el infinito,
Provocando elevadas cumbres,
Esféricas latitudes,
Hilvanadas por la distancia;
 
Las flores, encarnaciones del alma,
Sutil promesa de fragilidad,
Libres escapan de lo marchito,
Arqueando discretas sensaciones;
Esencia de hálito fragante,
Que toma cuerpo de lo fugaz,
Exhumando matices de pétalos,
En fugitivo deleite;
 
Difuminada centella,
Rauda certeza de luz,
Desterrada la oscuridad vuelve,
Desposada en deleble artificio,
Al fulgor límpido de tu ausencia;
 
Prodigio ilusorio,
Fruto no consumado,
Almibarada carne rezuma,
Nutrido en hermético mutismo,
El germen que anida subterráneo;
 
Las piedras, interjecciones del corazón,
Irregular consecución de perpetuo,
Endurecidas renuncian a lo móvil,
Habitando imperturbables volúmenes;
Solida disposición constante,
Que cobra fuerza de lo definitivo,
Plasmando relevados contornos,
En obligado accidente;
 
Espíritu qué caminas,
Regreso a ti desprovisto,
De cuanto no sea temor;
Colmado de espanto indecible,
Disponible para encontrarte,
Y al darte vida, recuperarme;
 
Ofreciendo extrañas visiones,
Obsesores de ninguna parte,
Transmutan elementos vacíos,
Forjando terribles noches,
Pululando en cada detalle,
Escalofrío y estremecimiento;
 
¿Acaso no recuerdan en absoluto,
Esto que integro represento?
 
¿Acaso han ignorado de seguro,
Que la magia también ha dado voz,
A esta posesión de consciencia?
 
Enseñoreado en total cobardía,
Temblando en la angustia que consume,
Ante mí me manifiesto,
Ante mí me entrego;
 
El Gran Cosmo,
Compartiendo esta existencia,
Alimenta su energía, retiene sus ataques,
Condensando cada pieza suya,
Para que siendo uno,
Habite en mí su extensión,
Sustentando la solemne unidad,
De lo nunca mortal e imperecedero;
 
Espíritu qué caminas,
El cansancio de tus pies,
El hastió de tu lenguaje,
La diversidad de tus impresiones,
Significan nada ante lo sempiterno;
 
Son astros raudos, vectores recurrentes,
Lo que arrastra en su curso,
La armonía de lo siempre activo,
Destruyendo y reinventado,
Digiriendo y regurgitando,
Fenómenos e intrigas;
Verdades nacidas de secretos,
Esplendidas comuniones no atestiguadas,
Que rigen en rugiente silencio,
El desvanecimiento tangible de la materia;
 
Aquí yacen cabeza y hombros,
Allí cabellos y uñas;
Ardid infructuoso son todos,
Volubilidad de origen concluido,
Desestimable partición impropia,
Ajena al ser asimétrico;
Espectacular formula inmaculada,
Exonerada de aspecto descifrable,
Medula que abriga los sentidos;
 
Ahora soy destrozos y desconsuelo,
Después sedimento y deterioro,
Luego culmino la regla,
Esculpiendo la estampa imborrable;
Concediendo fuera de fatigas,
Externo de tibias acreciones,
La fuente de mi autentico símbolo;
Reacomodé sus contradicciones,
Postergando antiguas prioridades,
Al fulgente fin de la trascendencia,
Pues sustraído de temporalidad y horma,
Soy revolución inagotable,
Legitima dilación irrepetible,
De lo acontecido y futuro;
 
Formidable sustancia impermeable,
Dinámica horizontalidad carente de estribos,
Me explayo a lontananza incalculable,
Sobre el dorso de tu frugal reverberación;
Soy revelación interminable,
Ejecución magistral de esta concepción,
Fanática sincronía jamás estancada,
Desintegración de la cual dimana concentrada,
Mi entidad incorruptible.
 
Fernando García M.

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