“Ingenio, ya te marchas”
Que soñabas tardes de prosa;
Dónde el interruptor aquel,
Oh impostor mantenido;
El raciocinio de su volumen,
Que en últimas era,
El peso del mundo;
Sin nada que fuese semejante,
Confeccionas tus propios martirios,
Subyugado a la exquisitez de tu juicio;
Disculpas ofrezco sentidas,
Por olvidar tantos personajes.
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