“Nada ha de llevarse”
Oh bravura de los montes,
Cuándo haya de abandonarme,
El solemne brío aquel;
Permite repose resuelto,
Colmado en todas tus bendiciones;
Oh hostilidad de las gentes,
Cuándo haya de socórreme,
La indolencia de ojos y palmas;
Concede lo haga indiferente,
Con motivos de reciprocidad;
Elevadas nubes copiosas,
Desnudan y visten relieves,
Desplazando enormes sombras,
Que perpetúas algunas veces,
Se crecen a noches y lunas,
Todas ellas para siempre.
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