miércoles, 4 de septiembre de 2024

 
“Intuitiva condena”

(Resultado ya resuelto)
Las almas infinitas
E inmortales son,
Y originalmente
Pertenecen sin duda,
A un mundo intangible,
Sin tiempo alguno,
Donde la eternidad
Todo acapara,
Empalmando pasado,
Presente y futuro;
 
Más aún, estas esencias,
Enviadas han sido,
A cuerpos de carne y sangre,
De vejez y juventud;
Sin embargo, aún en todo ello,
Perdido no han estas,
Su carácter inmaculado,
De no perecederas y absolutas;
 
Por esto, claro debe tenerse,
Que estando aún cubiertas,
En músculos y sentidos,
Las almas corresponden,
A una dimensión superior,
Donde todo fue resumido,
Desde hace mucho;
Siendo sometidas,
Algunas a la salvación,
Y otras demasiadas,
A la condena infatigable,
De la alta hoguera;
 
Explicando esto el porqué,
De aquellos humores,
Que rostros y actos moldean,
Pues producto son de procesos,
Que a modo intuitivo,
Probar hace a los entes,
El deleite fastidioso del odio,
Que de la amargura densa,
De los avernos emana;
O la comodidad agradable,
Que de la felicidad sin mancha,
Libre proviene encumbrada,
De los cielos más elevados;
 
Entonces,
Ahora y para siempre,
Ardiendo ya estamos en azufre;
Flotando ya permanecemos,
En lumbre cristalina;
Luego, los relojes aún no muestran,
La hora que inexorable legitime,
El absoluto e irrevocable designio,
Que a las existencias asigna,
Clasificaciones y reinos;
 
Mientras esto acontece,
Padecer se debe luego,
El contrastar del hombre;
Cortesía de aperitivo,
Del último de los estados,
Que efímero creemos,
Atormenta o complace,
Nuestras carencias,
Deseos y satisfacciones;
 
Hermanos,
Los humores por muy buenos,
Nada importan ya,
Pues en los infiernos,
A todos he visto;

Tomo un sorbo ácido,
Y en esto cayó en silencio,
Otro jueves sin suerte.
 
Fernando García M.

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