“Intuitiva
condena”
(Resultado
ya resuelto)
Las
almas infinitas
E
inmortales son,
Y
originalmente
Pertenecen
sin duda,
A un
mundo intangible,
Sin
tiempo alguno,
Donde
la eternidad
Todo
acapara,
Empalmando
pasado,
Presente
y futuro;
Más
aún, estas esencias,
Enviadas
han sido,
A
cuerpos de carne y sangre,
De
vejez y juventud;
Sin
embargo, aún en todo ello,
Perdido
no han estas,
Su
carácter inmaculado,
De no
perecederas y absolutas;
Por
esto, claro debe tenerse,
Que
estando aún cubiertas,
En
músculos y sentidos,
Las
almas corresponden,
A una
dimensión superior,
Donde
todo fue resumido,
Desde
hace mucho;
Siendo
sometidas,
Algunas
a la salvación,
Y
otras demasiadas,
A la
condena infatigable,
De la
alta hoguera;
Explicando
esto el porqué,
De
aquellos humores,
Que
rostros y actos moldean,
Pues
producto son de procesos,
Que a
modo intuitivo,
Probar
hace a los entes,
El
deleite fastidioso del odio,
Que
de la amargura densa,
De
los avernos emana;
O la
comodidad agradable,
Que
de la felicidad sin mancha,
Libre
proviene encumbrada,
De
los cielos más elevados;
Entonces,
Ahora
y para siempre,
Ardiendo
ya estamos en azufre;
Flotando
ya permanecemos,
En
lumbre cristalina;
Luego,
los relojes aún no muestran,
La
hora que inexorable legitime,
El
absoluto e irrevocable designio,
Que a
las existencias asigna,
Clasificaciones
y reinos;
Mientras
esto acontece,
Padecer
se debe luego,
El
contrastar del hombre;
Cortesía
de aperitivo,
Del
último de los estados,
Que
efímero creemos,
Atormenta
o complace,
Nuestras
carencias,
Deseos
y satisfacciones;
Hermanos,
Los
humores por muy buenos,
Nada
importan ya,
Pues
en los infiernos,
A
todos he visto;
Tomo
un sorbo ácido,
Y en
esto cayó en silencio,
Otro
jueves sin suerte.
Fernando
García M.
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